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Disfruten el capi 🌶🌶🌶🌶

Luego de hablar con Esteban, salgo de la oficina y me adentro en la cocina. Federica me mira y sonríe, acercándose a mí.
—Chicos, escuchen algo —llama la atención de todos—. Nuestro pichón aquí presente dejará el nido hoy. Es el último día de trabajo de Sebastián Díaz en Dulce tentación, porque ahora tienen enfrente al nuevo socio y director de Fraga Restaurant.
Elena y Lucrecia se miran entre ellas, boquiabiertas y luego empiezan a aplaudir, haciendo que el resto las acompañe. Yo me sonrojo, sonriendo con vergüenza y niego con la cabeza.
—Sebas, ¡felicidades! Nos harás falta, pero sabemos cuánto deseabas esto —me dice Elena, enroscando sus brazos en mi cintura y pegando su cabeza de mi pecho—. Te deseamos lo mejor, te quiero mucho.
—Gracias, Elenita. Sin embargo, no se crean que se van a librar de mí, tanto tú, como Fede y Lucrecia tienen las puertas abiertas al negocio. Si algún día deciden que este nido les quedó pequeño, las veo por allá —le digo, colocando mi brazo sobre los hombros de Lucrecia para también abrazarla.
—Gracias, Sebas —musita ella, sonriendo—. Vamos a extrañarte por aquí.
—Y yo a ustedes, chicas —hablo y le hago una seña a Fede para que se una al abrazo grupal. Ella acepta, sonriendo—. Ahora, debo irme a firmar los documentos. Estaré pendientes de ustedes. Los quiero.
—¡Te queremos, Sebas! —exclaman todos, haciéndome sonreír.
Fede me acompaña a la salida de la pastelería y me abraza.
—Estoy muy orgullosa de ti, cariño.
—No te salvarás de mí. te dije un día que estaremos juntos en la pastelería que Mauricio y yo siempre quisimos abrir, señorita Herrera.
—Te dije que no puedo aceptar algo como eso, no soy una Díaz.
—Todavía —agrego y noto que ella se sonrosa, desviando la mirada—. Eres mi presente y mi futuro, Fede. no me culpes por querer compartir mis pasiones y mi vida entera contigo.
—Dejemos que eso fluya, ¿sí? Me pone nerviosa todo ese asunto —admite y me abraza de nuevo—. Ve, Mauricio te espera.
Le doy un beso en los labios y nos despedimos con un “te amo”. Me subo en el auto, con Pascual de piloto, y le pido que me lleve a Fraga II. Allí se encuentra mi hermano.
Una vez llego, me encamino a la oficina y toco la puerta. A veces me da miedo entrar de repente y encontrármelo haciendo cosas indebidas con Gabriela.
Sin embargo, cuando abre la puerta es con mi hermana que se encuentra.
—Sebas, ¿no deberías estar en la pastelería? —pregunta Mon, frunciendo el ceño.
—No, mi lugar está aquí —respondo, sonriendo.
Mauricio y Montse se miran entre sí y sonríen. Mi hermana se levanta a abrazarme y mi hermano busca los papeles que me entregó en la penitenciaría para que los firme.
Una vez mi firma está allí, Montse nos une en un abrazo grupal.
—Ya era hora de que los hermanitos Díaz fuesen felices, ¿eh? —murmura ella y noto que tiene los ojos llenos de lágrimas.
—Ya era hora —concuerdo, sonriendo.

***
N

o lo voy a negar, se siente raro entrar a la oficina donde pensé ver a Mauricio hasta envejecer. Mi hermano mayor me dejó todo lo más ordenado que pudo y el personal está al tanto, gracias a Juárez, que ahora soy yo quien está a cargo de Fraga II.
Juárez me instruye en lo más que puede, con respecto a lo legal. Sin embargo, no es que haya mucho que hacer hoy, así que decido ponerme una filipina y gorro para apoyar a mis pasteleros encargados, así puedo ir conociendo a quienes hoy se han transformado en mis empleados.
Ellos se sorprenden, no pueden ocultarlo, pero parece agradarles tener a su jefe entre el equipo. Sé que eso denota que estoy para apoyarlos y que seré un líder, no alguien a quien temerle.
No seré un Leonardo Díaz.
El día se pasa volando y admito que extraño voltear y ver a Fede dando órdenes, a Lucrecia y a Elena haciendo alguna de sus labores dentro de la cocina. sin embargo, por fin siento que todo está en su lugar, como dijo Mauricio.
Esta es la vida para la que nací y no puedo sentirme más rodeado de mis raíces ahora. Casi puedo sentir a mamá abrazándome y murmurando un “te lo dije”.
Ya en la noche, cuando todo está cerrado y los números de las ventas, el inventario y demás cuadran, recibo una video llamada de parte de mi hermana.
—Hola, Mon.
—¡Hermanito! Cris y yo te tenemos una noticia —celebra, abrazando a su novio por el cuello—. ¿Recuerdas que hace unas semanas hubo una feria de empleo internacional en Fraga I?
—Sí… —respondo, entrecerrando los ojos.
—Cris y yo aplicamos a diferentes cosas, pero en el mismo lugar: Grecia. ¡Y fuimos aceptados! ¡Haré una maestría en enología!
—¿En Grecia? —pregunto, sintiendo que mis ojos quieren salir de mis cuencas—, pero… ¿cuándo será eso?
—En un par de semanas. Tenemos que empezar con los trámites ya mismo —responde y noto lo felices que están a través de la pantalla—. Y luego volveremos, lo prometo.
—Eso espero, mocosa. ¿Quién me va a fastidiar si no tú? —me burlo y ella abre la boca, ofendida, mientras Cris se ríe—. Felicidades, chicos. De verdad, lo digo de todo corazón. Y Cris, no te preocupes por la pasantía. La podrás obtener cuando llegues de tu viaje.
—Muchas gracias, Sebastián —responde, afirmando con la cabeza.
—Ahora, no es la única noticia que tenemos —continúa Mon—. Gaby se va a Londres a hacer una maestría también.
—Mierda —murmuro, llevándome una mano a la barbilla—. ¿Y cómo se lo tomó Mauricio?
—Muy bien, tonto. Ellos ya saben cómo harán para verse, de seguro estarán festejando ahora mismo.
—No quiero ni saber cómo —la interrumpo, cerrando los ojos y fingiendo un estremecimiento de asco.
—¡No! ¡No pongas esas imágenes en mi cabeza! —Exclama Mon, cubriéndose los oídos—. En fin, nos vemos luego. Solo quería darte las noticias. Te quiero.
—Te quiero, Mon. Nos estamos viendo entonces.
Salgo de la oficina y le marco a Fede. La mudanza se retrasó un poco pues hemos querido redecorar el apartamento, así que no he dormido con ella en las noches para darle tiempo con sus padres.
En vez de eso, nos llamamos para contarnos nuestro día y despedirnos.

Caricias de chocolate | Libro 2 | Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora