Capítulo 2

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Funeral en la mafia.

Nicolai

Dos días antes

Voy caminando por la oscuridad qué tanto me ha abrazado siempre, viendo de lejos la puerta qué me niego a traspasar, dentro solo hay gente hipócrita y ninguno de los presentes merece la pena, me quedo fuera mirando lo que es mi paz.

La lluvia me recorre el pelo y la cara, me limpia de todo lo qué ha inundado mi vida, me purifica liberándome de las atrocidades qué e cometido a lo largo de mi vida.

Entró haciendo acto de presencia estirándome el traje mojado, todos se giraron a verme pero me dan igual sus miradas de odio, son tan patéticos qué no merecen mi ira y me acomodo en el sitio preseleccionado.

Hace mucho que no venía a un funeral y mucho menos de alguien que tengo que fingir que me importaba.

Un error, un solo error acabó con su vida, no lloro y tampoco siento lastima, porque murió como el hombre tan grande y poderoso que era.

Y sobre todo como el más grande hijo de puta.

Me situó en la sombra, siempre estoy en ella observando desde la distancia detrás de la espalda de mi hermano mayor y mi madre, no digo nada, no respiro, solo soy capaz de ver al hombre que yace en medio de todos, vestido impecable como si de un momento para otro se fuera a levantar, como si todo esto fuera una mentira.

Miro a mi alrededor para ver a las personas qué fingen sentir lástima, nadie llora solo escuchan y miran el ataúd, le hacen el velatorio al hombre que nunca me prestó atención, que me trató como escoria.

¿Quién lloraría en el funeral de su enemigo?

Nunca sentí su tacto humano y según él tampoco me lo merecía.

No recibí un abrazo por su parte en los seis años qué estuve con él.

Con esa edad me entrego a otro hombre para deshacerse de mí, me tiró como la basura qué me hizo creer qué era, pero una persona rota es más retorcida qué una completa y a mi me subestimaron durante mucho tiempo.

No me da pena su muerte, él me arrebató todo lo que siempre quise, todo lo que me hacía feliz, me quitó a mi hermano y madre, a mi familia y nunca pensé que su destrucción me diese tanta paz.

No pude tener una relación con ellos, cuando volví mi hermano pagó conmigo su ira porque le quitaron a su pequeña y mi madre no me veía como su hijo, doce años sin ellos es más qué suficiente para romper una familia.

La tumba tiene el nombre de Alec Pavlov, mi padre y Boss de la mafia rusa.

El jefe más grande y temido de la mafia rusa, alrededor de su tumba solo hay activos de la EAC, mafiosos y pandilleros rindiéndole homenaje al mas hijo de puta de todos.

Ahora qué él no está, todo el mundo le da su pésame al nuevo Boss, Alexander Pavlov, mi querido hermano.

El odio qué siento hacia él ha crecido dentro de mí como una bola qué va cuesta abajo sin frenos.

El Diablo no está en el infierno, porque se encuentra sentado delante mía y no dejaré qué se salga con la suya.

Me levanto del asiento, cojo una rosa blanca de las cestas qué hay al lado del ataúd y la posiciono en los pies de mi padre.

Unas manos ásperas se apoyan en mis hombros, siento el frío que me cala por los huesos al sentir ese tacto.

Me giro y no tarda en llegar el abrazo de David Walker, el mejor amigo de mi padre y el hombre que me crio y torturó.

Pequeña AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora