Capítulo 38

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Seduciendo al diablo.

Claudia

Cierro los ojos en un intento de recomponerme físicamente, las últimas horas Vincens cumplió con su promesa y todo lo que ha hecho ha sido torturarme. 

Tengo varios golpes en el cuerpo y pierdo la consciencia por momentos, no ha utilizado la navaja y creo que es porque quiere admirar aun mi cuerpo.

Sus puños están marcados en mi piel y la sangre inunda la cama en la que me encuentro. 

Está sentado a mi lado, quiere saber todo sobre la EAC de New York y me golpea al no obtener respuesta por mi parte.

Después de que se fuera su padre sus músculos se relajaron y volvió la mirada triste que tiene cuando está aquí en su habitación.

Se sienta a mi lado y me acaricia la cara haciendo que abra mis ojos, quita mi cabello sudado de la frente y me estremezco ante el dolor psicólogo. 

Se da cuenta y se que la curiosidad le puede más que las ganas de seguir torturándome. Pero es muy reservado, solo pregunta, observa y analiza.

 - Abre la boca - me ordena cuando me enseña comida.

Estoy muerta de hambre y necesito coger fuerzas para resistir, me da de comer hasta que no dejó nada en el plato y su placer es más que evidente.

Sus ojos no se apartan de mi rostro.

Mete sus dedos en mi boca y los chupo como si de comida se tratase, se que le gusta y es mi oportunidad para volver a como estábamos antes. 

Su padre se cargo todo lo que había conseguido cuando se marcho de la habitacion.

Si quiero manipularlo, pero que lo mencionara me ha jodido bastante.

Me mira cuando saca los dedos y se aleja dejando el plato sobre la mesa, se enciende un cigarro y no lo había visto fumar en todo el tiempo que llevamos aquí.

 - ¿Quieres uno? - me ofrece serio.

Trago saliva y asiento con la cabeza aunque se que me va a costar por las heridas de la boca pero es una oportunidad de acercarme a el.

Para mi sorpresa se acerca a mi retirándome una de las correas de cuero de mis manos, me incorporo un poco y apoyó mi espalda en el cabecero como puedo.

Me quejo por los dolores y me ayuda agarrándome del brazo libre.

Me da el cigarro y me lo enciende cuando nos miramos a los ojos.

 - ¿Sabes qué significa esto? - me pregunta sonriendo.

 - ¿El que? - le pregunto confundida.

 - Que te esté encendiendo el cigarro - se aleja trayendo el cenicero a mi lado.

 - No - le digo seria.

No me responde y nos quedamos en un silencio incómodo mirándonos fijamente.

Su manera de desenvolverse en la habitacion me deja saber que no busca esto, que me tortura por el que dirán y mis palabras salen solas sin yo pensarlo.

 - Te propongo un trato Vincens - le sugiero - sabes que no voy a decirte nada sobre la EAC y no me importa morir.

 - Si - me admite - ¿Qué trató?.

Cierra los brazos y me mira curioso, le gustan los juegos y a mi me encanta ganar.

 - Una pregunta cada uno - sonrió con dolor - hay que responder si no, tienes que hacer algo que yo quiera. Sin excepciones.

Pequeña AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora