Capítulo 43

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Union de almas

Alexander.

Regreso a la cabaña del bosque con un aire autoritario y agresivo, mi mente todavía arde por la furia que he desatado al torturar al General Zack por su atrevimiento de secuestrar a Claudia. No hay tolerancia para tal acto porque a mi pequeña no la toca nadie, y mi ira ha sido la voz que clama venganza. 

Claudia debe seguir durmiendo, ajena a la tormenta que ha desatado mi búsqueda de justicia.

He salido temprano esa mañana porque la noche anterior mis hombres habían traído al General Zack, pero no pude responder a la convocatoria. Estaba demasiado absorto en un momento que ella se merecía después de todo, uno de esos raros instantes en que las preocupaciones del mundo quedan a un lado y solo somos nosotros dos.

Pero ahora, el peso de las palabras del General y la ira bullendo dentro de mí me han llevado de regreso a la cabaña. 

La madera cruje bajo mis pasos mientras entro, mi presencia llena la habitación con un aura de maldad. Mi mirada se posa en Claudia, aún dormida, ajena a mi regreso y a los oscuros eventos que habían tenido lugar en mi ausencia.

Ella se quería encargar de él, pero no puedo estar quieto cuando de ella se trata. No lo he matado solo para que tenga su momento de gloria.

Me acerco sigilosamente a la cama, observando su rostro sereno mientras yace inconsciente. A pesar de la tormenta que se cierne sobre nosotros, no puedo evitar sentir una mezcla de emociones en mi interior. Mi corazón late con ferocidad, recordando la intensidad de lo que compartimos anoche, incluso en medio del caos.

Nunca me cansaré de ella porque es la única mujer que causa esto en mi interior. Si algún día me falta puedo prometer que la esperare en otras vidas porque se qué la encontraré donde sea qué vaya.

Con cuidado, me siento en el borde de la cama, mis pensamientos enredados entre la venganza que he buscado y el regreso a New York me tienen exhausto. Tarde o temprano tiene que enfrentarse a su compromiso.

Y joder no estoy preparado para verla en un altar con un hombre que no sea yo.

Se que cuando vuelva, todo cambiaría. La tormenta no puede permanecer oculta por mucho tiempo, y Nikolái es un lastre que siempre está ahí, mi madre me ha llamado repetidas veces al enterarse del disparo que le di.

¡Me importa una mierda!

Esas han sido mis palabras textuales cuando me ha llamado.

El tiempo se detiene en un instante, mientras la cabaña sigue envuelta en un silencio inquietante.

Claudia abre los ojos lentamente y puedo apreciar cómo me mira. Nunca nadie me había mirado así y tampoco quiero que lo hagan. Porque ella es mi pequeña y nunca me cansaré de decírselo.

 - Buenos días amor - me saluda con un tono alegre.

 - Hay que hablar pequeña - interrumpo su sueño con voz dominante.

Ella se incorpora en la cama, sus ojos se encuentran con los míos en una mezcla de seriedad y expectación. Era eso lo que quería, su atención total.

Mis dedos se deslizan suavemente por su mejilla, acariciándola con un toque que pretende ser cariñoso pero en el fondo es posesivo.

Porque me encanta que sea mía.

 - Tengo dos sorpresas para ti pequeña - declaró con un atisbo de sonrisa disfrutando de mi capacidad para manipularla.

Su mirada intensa se encuentra con la mía y sus ojos buscan una respuesta. Y yo sé exactamente cómo dársela para mantenerla atrapada y cautiva.

Pequeña AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora