Capítulo 25

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El deber.

Claudia.

Lo miro sentada en el sillón desde la distancia, hay que estar en una hora en el avión pero no soy capaz de irme, pararía el mundo para quedarnos encerrados entre estas cuatro paredes. Sería todo tan sencillo, quererle, besarle y estar con él sin que nada fuera de aquí existiera.

Pero existe y yo debo mantener mi deber, no puedo mandarlo todo a la mierda porque mi corazón se vaya romper si no estoy a su lado, tenerlo entre mis brazos a sido el mayor error que e podido cometer porque no se como voy a poder vivir sin su caricias, sin sus besos y sin sus palabras que vuelven mi mundo un tormento.

Está completamente desnudo en la cama, dejando a relucir su cuerpo como una escultura que debo admirar por siempre, cada parte de él ha estado en mi y eso me lo voy a llevar conmigo siempre en mi recuerdo.

El corazón late por quien sientes sin tocarle, no por quien tocas sin sentir.

Pero con él es todo, cada vez que lo toco siento más y cuando no estaba lo sentía igualmente.

No puedo dejarme llevar, porque se que mandaré todo a la mierda por estar a su lado.

Me levanto tumbándome a su lado, acarició sus perfectas facciones y la cicatriz que tanto he echado de menos, he esperado tanto tiempo para tenerlo así, completamente mío y yo totalmente suya.

Abre sus ojos azules que tanto me persiguen, sabe lo que pasa cuando me mira y me ve vestida, sabe que no puedo quedarme a su lado y que no será tan fácil tenerme como él pensaba.

 - Buenos días amor - le susurro.

 - Buenos días pequeña - dice en tono ronco.

Me alza encima de el, siento sus manos sobre mis caderas y el recuerdo de todo lo que hemos hecho hace unas horas se pasa por mi cabeza, me siento como una completa estúpida pensando que lo que hacia antes era sexo.

El me ha dado más placer que cualquier hombre en toda mi vida y mi cuerpo lo anhela, lo necesita y tenerlo encima no me es de ayuda.

 - ¿Qué haces vestida? - me pregunta enojado.

 - Tengo que irme Alexander - me levanto con todas mis fuerzas - es hora de volver a la realidad.

Me pongo el bolso con los medicamentos en el brazo y puedo ver como se levanta de un salto para ponerse delante mía, quiero que se tape porque su enorme erección no hace más que distraerme y su cuerpo desnudo hace un cortocircuito en mis neuronas.

 - ¿¡Vas a volver con el?! - me grita agarrándome la mandíbula.

 - Tengo que hacerlo - digo con un hilo de voz en la garganta - tengo un contrato que no puedo negar, tu no pudiste negarlo.

 - No voy a dejar que te cases con él - amenaza apretando los dientes - Tu sola te lo buscaste ayer, te avise que no iba a dejarte

 - ¡Joder! Deja de ponérmelo tan dificil - me desespero - estas casado joder y yo comprometida con tu hermano, deja que me vaya y vuelve a tu puta vida.

Suelta mi mandíbula viendo como le grito, agarra mi mano con fuerza y la pone en su polla.

 - Hace unas horas no pensabas lo mismo - me susurra a milímetros de distancia.

 - ¡Eres un maldito demente! - le grito y siento como se le pone mas dura.

 - ¡Y tu una niñata que no tiene cojones para estar conmigo! - me grita.

Quito la mano de su polla y le pegó un guantazo en la cara, puedo ver los destellos de furia salir de su cuerpo, avanza hasta donde estoy haciendo que dé marcha atrás y me acorrala contra la ventana mirándome a los ojos.

Pequeña AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora