Capítulo 23

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No me sueltes.

Claudia.

No sabía en quien podía confiar y en quien no después de saber lo del topo en la central, hice caso de mi instinto y realice varias estrategias de combate con mi hermano.

Necesitaba tener todas las alternativas cubiertas, en el avión nos confabulados y elaboramos varios planes que teníamos en mente. Solo podia confiar en el.

No me equivocaba al saber que  mi madre y sus secuaces no irían a la reunión de New York, que nos estarían esperando, sabían que veníamos y solo estaban esperando la oportunidad para darse a ver.

Lo que ellos no saben, es que yo también los estaba esperando.

Estamos agazapados resguardándonos en la central de control, donde se encuentra el panel para que no puedan vernos nuestros enemigos, he lanzado las granadas de gas para dejarlos completamente inconscientes.

Miro a los hombres que me acompañan y no entienden nada de lo que está sucediendo, Ethan sí y nos da una máscara antigás a cada uno.

En cuestión de segundos todo el espacio que nos rodea se llena de humo y nosotros nos quedamos sin visibilidad, puedo escuchar los quejidos y intentan correr los soldados que nos apuntaban.

Cuanto todos las tenemos colocadas hago un gesto y salimos para ver a nuestros enemigos tumbados en el suelo, durará un rato y eso nos dará ventaja para llegar a la fase 3.

Se puede ver como han intentado huir porque están uno encima de otros, pero ya teníamos cerradas todas las puertas.

Se han metido en la boca del lobo en su propio territorio sin darse cuenta y nunca debes subestimar a una mujer dispuesta a todo.

Me fijo en mi madre que yace en el suelo a solo unos metros de mí, está encima del General y hecha mierda.

Se parece a mi, pero no soy yo, somos como un Yin y Yang, yo soy el oscuro y ella es el blanco.

 - Déjalos vivir - me sujeta del brazo Nikolái - no quieras arrepentirte después.

 - Nunca se arrepentirá de sus decisiones - añade Alexander cargando el arma para seguir.

Le sigo sin mirar atrás e ignorando el brazo de Nikolái, estoy en una misión no en un triángulo amoroso con dos dioses del olimpo.

Cargó el arma posicionándola en mi mano, ya tienen que saber que estamos aquí, no serán los únicos soldados que hay en las instalaciones y esta mierda es realmente grande.

Volvemos sobre nuestros pasos en fila controlando las entradas que nos encontramos y cubriéndonos las espaldas, escuchó a Jack en mi oreja avisando cuando tenemos que pararnos y cuando seguir.

Gracias a él hemos podido esquivar a varios guardias sin tener que enfrentarnos a ellos, no era mi problema pero al parecer era lo mejor para que después no vinieran más a por nosotros.

Puedo ver como Alexander va el primero y como nuestro cuerpo se compenetra en cada uno de los movimientos que hacemos.

El cuerpo no olvida y la mente tampoco.

Después de unos minutos llegamos a la puerta que antiguamente estaba cerrada, se abre cuando llegamos y soy la primera en entrar, pero Jack esta vez no es rápido en avisarnos.

 - ¡No! - escucho sus gritos - ¡Están apuntando!.

Pero es demasiado tarde, siento en mi cuerpo la sensación de frío que te da la bala cuando te atraviesa y el dolor no es notorio hasta que han pasado unos segundos.

Pequeña AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora