Capítulo 40

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Te encontré pequeña.

Alexander.

Han pasado tres días desde que se llevaron a Claudia y a Ethan, estoy furioso y mi mal humor es palpable en cada gesto que hago.

Me he hecho con el control de la EAC, soy el Boss y nadie debería atreverse a cruzarse en mi camino hoy.

Claudia ha desaparecido enfrente de mis ojos, secuestrada por esas ratas asquerosas en mi mera presencia y territorio.

La ira hierve en mis venas mientras entramos en el despacho de su padre, donde todo debería estar bajo control. Pero en cambio, veo a Nikolái allí, con su semblante preocupado y una angustia que parece reflejar la mía como si estuviera enfrente de un espejo. 

Claudia es su prometida por desgracia, pero también es mía y esa realidad distorsiona el aire entre nosotros, creando una tensión insoportable.

Si no puede comprender que su querida novia no es tan buena como él pensaba y desea cada parte de mi cuerpo con todo su ser, que le den me importa una mierda si no lo hace.

La desesperación me envuelve como un manto oscuro. 

Cada rincón de mi mente busca respuestas y una forma de encontrarla. Detesto la sensación de impotencia que se arraiga en mi pecho, la idea de que alguien haya tenido el atrevimiento de arrebatarla de mi lado. 

Mi orgullo y odio, aunque a menudo elevados, ahora son eclipsados por la urgencia de rescatar a mi pequeña.

Miro a mi alrededor y todos parecen moverse en cámara lenta, como si el mundo entero se burlara de mi desesperación. 

Nikolái, intenta mantener la calma, pero cada vez que nuestras miradas se cruzan siento un odio visceral hacia él. Se cree que es la competencia en todos los aspectos de nuestras vidas y ahora esta situación solo magnífica mi repugnancia hacia él.

Apoyó las manos con fuerza sobre la mesa del despacho y en medio de esta angustia me doy cuenta de que el control que pensaba tener sobre todo era ilusorio. 

La realidad es que estoy en medio de una pesadilla, incapaz de evitar que mi peor enemigo sea el tiempo. No quiero pensar en la de cosas que tienen que estar haciéndole a mi pequeña.

Cada minuto que pasa sin noticias de ella me hace sentir que estoy perdiendo una parte de mi mismo.

La tensión en la habitación es palpable cuando Yerik entra apresuradamente en el despacho junto con Leire que está visiblemente angustiada y llorando

 - Hemos localizado el barco - dice mi mano derecha con urgencia - Leire lo ha rastreado y tenemos su ubicación en tiempo real.

Cada latido de mi corazón se acelera al escuchar las palabras de el, pero los llantos de Leire me están sacando de quicio al pensar que va a perder a su compañera.

Una mezcla de alivio y ansiedad lucha en mi interior, pero no puedo permitirme mostrar ninguna emoción que no sea determinación.

Con firmeza, me levanto del estúpido trono de David y dirijo la mirada a Yerik.

 - Díganme todo lo que saben - exijo con mi voz rica en autoridad.

 - Están bordeando la costa, la tienen en la bodega y hay alrededor de unos treinta hombres pero no son soldados - me responde serio y cortante.

 - ¿No son soldados? - pregunta Nikolái entrando en la conversación.

 - Son los hombres de Vincens Muller - susurra Leire entre sollozos - la tropa sombra.

Pequeña AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora