Capítulo 30

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Sueños del pasado.

Claudia

Dia 4

Está amaneciendo.

Durante el sexo creo que hay un momento en el que tus niveles de razón desaparecen, que no eres capaz de ver y oír nada que no sea a la persona que tienes entre las piernas y todo se va a la mierda cuando eso sucede.

Voy en el coche de regreso a Villa Santoni, voy sin bragas y con un vestido desgarrado. Esta vez soy yo la que tengo agachada la cabeza en el coche porque no puedo creerme que mi hermano pequeño me haya visto en esta situación.

Alexander casi lo mata cuando nos ha interrumpido y he tenido que vestirme corriendo para ponerme en medio de los dos, mi hermano no paraba de echarle cosas en cara y el Boss no le ha pegado de milagro.

¿Puede una persona volverse adicta a otra?

Siento que es lo que me está sucediendo con Alexander, necesito de su cuerpo y de sus besos como si de droga se tratase.

No está bien, solo debía ser una vez para quitarme la espina que tenía en el corazón.

Pero solo he hecho que la espina se atraviese más, creando un vacío que solo es capaz de llenar el.

 - Levanta la cabeza - agarra mi cara Ethan - igual que tu me has dicho antes, estaré de tu lado pase lo que pase.

 - No deberías de haberme visto de esa manera - le admito avergonzada.

 - No puedo describir lo que he visto Claudia - suspira - no sois personas normales, como te miraba y como te sometía ante el..

Agarra mi mano con fuerza como yo lo hice antes.

 - No puedo explicar lo que me sucede con el Ethan - le admito - todo dentro de mi cortocircuita.

 - ¿Y Nikolái? ¿De verdad piensas casarte con él? - nuestros ojos conectan y puedo ver la preocupación del asunto.

 - ¿Acaso tengo elección? - suelto una lagrima - Debo de sentirme afortunada porque sea con alguien como él.

Niega con la cabeza y me abraza fuerte para que pueda sollozar en sus brazos.

 - Nadie debería casarse con alguien que no quiere cuando está enamorado - me susurra y hace que mi corazón se estremezca más.

Mi teléfono vibra en el bolsillo de mi hermano, se lo di antes de entrar a la casa de Leonardo y aun no me lo ha dado.

Lo coge y me mira.

 - Es Leire una videollamada - lo coge - te vendrá bien.

Lo cojo limpiándome las lágrimas pero Leire no aparece en la pantalla, si no Nikolái.

Tiene ojeras y está despeinado, parece que no haya dormido en días y su aspecto no es el de siempre.

Puedo deducir que es porque no le cojo las llamadas para no sentirme más culpable y por eso me llama desde el de Leire.

Cuando me ve secándome las lágrimas su cara palidece dando un aspecto aún peor.

 - ¡Claudia! - me grita alterado - ¡Que te pasa cielo!

Vuelvo a llorar porque no me merezco que se preocupe por mi, no me merezco que me llame de esa manera y no me merezco que me de todo de él como me lo ha dado.

He cometido un error y ha sido tratar de sacar de mi cabeza lo que se niega a salir de mi corazón.

Desde un primer momento debí ser sincera con él y no montarme pajaritos en la cabeza.

Pequeña AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora