Capítulo 11

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Despegue forzoso.

Claudia.

Durante estos años he deseado innumerables veces que Alexander apareciera como acaba de hacer, que volviera a mi lado y cumpliera todo lo que prometió.

Cuando volví pasé noches enteras sin dormir por no tenerlo a mi lado, sus ojos me atormentaban en las noches.

Me costó mucho recuperarme de su ausencia, como si me faltase una parte de mi.

Ahora no estoy segura de desearlo, solo me ha hecho falta darle un vistazo para ver lo guapo que está y eso me lo pone peor.

Tiene el mismo aire agresivo que tanto le pertenece, su pelo negro echado para atrás le hace mas atractivo, su cuerpo rudo metido en un traje que le queda como a ningún hombre, transmite elegancia por donde va, la cicatriz de sus finos labios sigue igual que hace tantos años, mandíbula marcada y cuello ancho.

Sus ojos son tal cual los recordaba, ese azul intenso que me cautivó y me sigue cautivando.

Es grande de cuerpo, bastante más que Nikolái.

Alexander Pavlov, es mi criptonita.

Echo la vista a los dos hombres que tengo enfrente mía, no saben cómo reaccionar y se que se preocupan por mi.

No tengo ni idea de porque he huido así.

¿Soy una cría?.

Soy Claudia Walker un puta asesina qué ganó con catorce años en una pelea al Boss de la mafia dejando estragos en su cara.

No me voy a esconder de él y no podemos quedarnos en el baño por mucho más tiempo, hay que coger un avión y nadie me detendrá.

Me acerco a mi novio porque se el miedo que tiene ahora mismo, piensa que voy a correr a los brazos de Alexander pero no es así.

Hace mucho tiempo qué entendí qué el amor de tu vida a veces no es lo mejor para ti. Nikolái me ha hecho sentir en estos días algo que tenía encerrado, él ha sido capaz de liberarlo y no voy a estropearlo, no puedo hacerlo.

Le acarició los brazos tratando de tranquilizarlo.

 - Vamos a salir - le digo - confía en mí.

 - No tienes porque hacerlo - Me acuna la cara - podemos salir sin que nos vea.

 - Me acabara encontrando - suspiro - no retrasemos lo inevitable.

El asiente sabiendo que tengo razón, me dispongo a salir del baño cuando me agarra del brazo para pegarme a él.

Me da un beso y un abrazo que me reconforta por dentro, se que puedo conseguir todo lo que me proponga si el esta a mi lado, nuestras frentes se unen y suspira.

 - ¿Lo sigues queriendo? - me pregunta.

 - No - le miento.

Me da otro beso y algo dentro de mí se rompe al mentirle a Nikolái, quiero a Alexander, siempre le querré pero eso no significa que vaya a estar con él.

No puedo.

 - Dios un día creó un ángel que se acabó enamorando de un demonio, ese amor dio fruto a la más terrible y bella de las criaturas - me susurra - y yo me enamore de ella.

Lo miro a los ojos y veo el amor que siente por mi, estar con él es todo lo que está bien, es como me siento bien y es lo que debo hacer.

Puedo quererle tanto como él me quiere a mi.

Pequeña AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora