Entre El Odio Y El Amor

Seducción En La Ciudad Del Pecado

Pov Daniela

Mis ojos se encuentran nuevamente con los de María José, quien regresa a la mesa con una sonrisa en los labios. Su llegada me da un respiro frente a la encerrona que me hizo Luci.

—¿Y mi hermana? —pregunta Luci al notar que no regresa a la mesa.

—Al parecer no soy muy buena bailando y me cambió por otra pareja de baile —responde jocosamente.

Luci y yo miramos hacia la pista de baile y efectivamente está bailando con un chico guapo. Giro mi rostro sorprendida cuando siento que María José toma suavemente mi mano que está apoyada sobre la mesa y me mira con complicidad.

—Alexandra ¿te gustaría bailar conmigo? —me pregunta con voz cálida.

Mi pulso se acelera ante su invitación. Intento disimular mis emociones tras una expresión relajada. No estoy segura de que sea buena idea estar tan cerca de ella, pero en medio de mi dilema me permito llevarme por el presente, se trata solo de un baile, solo eso. Además, veo su invitación como una oportunidad de escaparme del interrogatorio de Lucía y no voy a desaprovecharla. Una sonrisa se dibuja en mi rostro mientras asiento, levantándome de mi silla.

—Claro María José. Me encantaría bailar contigo —respondo de manera neutral, no dejando que mi voz refleje la ilusión que siento de bailar con ella —¿No hay problema si te dejo sola un momento? —a pesar de que quiero huir de mi conversación con Luci, al final no me parece amable dejarla sola en la mesa.

—No te preocupes Calle, estoy segura de que no estaré sola por mucho tiempo —mira de manera coqueta al atractivo hombre que estaba en la barra quien también la estaba  observando— Eso sí, ya sea hoy o mañana tú y yo tenemos una conversación por terminar  —me susurra a modo de advertencia.

Ignoro su comentario y mantengo mi mano unida a la de la hermosa mujer que me fascina y ella afianza nuestro agarre sin dudarlo. Siento una corriente eléctrica atravesar mi cuerpo cuando nuestras manos se entrelazan firmemente y tengo que hacer un enorme esfuerzo para mantener mi mano firme entre la suya. Me dirijo hacia la pista de baile, dejando atrás las miradas curiosas y las preguntas inquisidoras de Lucía. Sé que de pronto es una mala idea la que tomo al aceptar bailar con María José consciente de la tentación que se cierne sobre mí al tenerla tan cerca. Pero en lo más profundo de mi ser, anhelo dejarme llevar por el magnetismo de ella.

Al llegar la pista de baile ruego porque mis nervios no me traicionen y acabe pisándoles los pies. Al parecer ella se da cuenta de que estoy nerviosa y me brinda una sonrisa tranquila antes de colocar sus manos alrededor de mi cintura, le devuelvo la sonrisa y apoyo mis manos en sus hombros, manteniendo algo de distancia entre nuestros cuerpos, sin embargo, eso no evita que su exquisita fragancia invada mis sentidos, atrapándome de inmediato, generando en mí unas ganas inmensas de hundir mi nariz en su cuello y embriagarme de su aroma tan exquisito y femenino ¡Dios, tenerla tan cerca va a ser una completa y absoluta tortura!

Las manos de María José me sostienen con firmeza, pero con delicadeza, guiándome en cada movimiento. Nuestros cuerpos se acoplan de forma perfecta, cada paso es sincronizado, como si hubiéramos bailado juntas toda nuestra vida. El roce de nuestros cuerpos despierta sensaciones desconocidas en mí, con cada paso, cada giro, siento aumentar la conexión entre nosotras. Mientras nos movemos al ritmo de la música, me siento cada vez más atraída por esta mujer misteriosa que ha estado apareciendo ante mí durante todo el viaje. María José es una bailarina excepcional, su cercanía me envuelve llenándome de una calidez que nunca antes he experimentado. La música nos guía, pero son los latidos de nuestros corazones los que marcan el compás de nuestra danza. El deseo se intensifica con cada mirada, con cada golpe de su respiración en mi oído, con cada caricia sutil de su mano en mi cintura. En medio de la pista de baile, me siento libre y viva, entregada por completo a esta conexión única que comparto con ella.