Isabella

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Pov María José

He estado de presentación en presentación y de conversación en conversación de la mano de Germán. He logrado librarme un momento de él con la intención de pasar un momento con Daniela. Escuché a Germán comentarle a uno de los presentes que su yerno se había retirado porque se sentía indispuesto y no pienso desaprovechar esta oportunidad. La música suave y el murmullo de conversaciones llenan la sala mientras me abro paso con la mirada entre los invitados de la fiesta. Entonces, la veo y me quedo contemplándola

Daniela se mueve con una gracia natural, interactuando con los invitados con una confianza que solo puede venir de alguien acostumbrado a liderar. Mis ojos siguen cada uno de sus movimientos, incapaz de apartar la mirada. La fiesta continúa a nuestro alrededor, pero para mí, el centro de todo es ella. La forma en que inclina ligeramente la cabeza cuando escucha, cómo su risa ligera llena el espacio. Es una líder natural, y su presencia se hace sentir en toda la sala. Cada movimiento que hace, cada sonrisa que ofrece, me parece una obra de arte. No puedo apartar la mirada, su belleza, su inteligencia, su gracia, todo en ella es una distracción potente. Me doy cuenta de lo peligrosa que es esta mujer para mis planes. Es una visión que podría hacer olvidar a cualquiera sus problemas, pero no puedo permitirme esa distracción, no puedo permitirme bajar la guardia, no cuando estoy tan cerca de cumplir mi objetivo. Sé que tengo que mantenerme enfocada, pero al mismo tiempo siento una conexión creciente, una atracción que no puedo negar. Y mientras la observo, no puedo evitar preguntarme cómo será mantener a esta mujer a mi lado, incluso si es solo para llevar a cabo mi plan.

Mientras sigo observándola, nuestros ojos se encuentran. Es solo un segundo, pero siento como si el tiempo se detuviera. Su mirada es intensa y directa, le sonrío, esperando que mi expresión no delate la conmoción que siento. Daniela me devuelve la sonrisa, una curva elegante de sus labios que hace que mi corazón lata un poco más rápido. Se despide de su grupo y comienza a caminar hacia mí, cada paso que da parece una coreografía perfecta, y la anticipación crece en mi interior.

—Hola —saluda cuando llega a mi lado con voz dulce— ¿Te diviertes?

—Mucho —respondo, esforzándome por mantener mi voz estable— Has hecho un trabajo increíble, Daniela —le digo, genuinamente impresionada por la organización del evento— Esta fiesta es perfecta.

—Gracias. Quería que fuera especial para ti...Queríamos —corrige de inmediato, lo cual me hace sonreír.

—Lo es. Y tú ¿te diviertes? —le devuelvo la pregunta.

—Lo justo y necesario —sonríe divertida, aunque sus ojos reflejan una ligera tensión que noto de inmediato.

—Daniela, ¿todo bien?

—Sí, todo bien —responde manteniendo la sonrisa, pero su facciones me hacen creer que hay más detrás de sus palabras.

—¿Segura? —insisto interesada, examinándola con la mirada. No sé por qué carajo me preocupa tanto saber lo que le pasa.

—Sí, solo un poco cansada —dice con voz segura, pero sus ojos se apartan de los míos.

Suspiro rindiéndome. Tomo su barbilla entre mi pulgar e índice y giro su rostro con suavidad para que me mire —Sabes que, si necesitas algo, aquí estoy ¿no? —mis ojos no se apartan de los de ella.

—Lo sé y te lo agradezco. Pero todo está bien —me sonríe, y esa sonrisa...Su sonrisa tiene en mí un efecto relajante y excitante a la vez.

Me quedo absorta, perdida en la belleza de sus ojos. Ella repara en mi estado, rompe el contacto visual y da un paso atrás haciendo que la suelte.

—Em, La...Lau me está esperando en...en el bar —se ve tan linda divagando— ¿Quieres...

Entre El Odio Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora