¿Quién Te Envía Flores?

562 50 5
                                    

Pov María José

Abro los ojos con lentitud, sintiendo el peso del cansancio y el dolor que se aferra sin piedad a mi cabeza. La habitación está sumida en las penumbras apenas iluminada por los débiles rayos de sol que se cuelan por la cortina entreabierta. Intento moverme, pero un brazo rodeándome la cintura me lo impide. Mi mirada se posa en la mano que me abraza, suspiro suavemente, alegrándome por haber cambiado mi decisión anoche y no haber llamado a Paula. De pronto una chispa de vergüenza me invade por el estado deplorable en el que me encontró anoche. Antes de que pueda siquiera reunir fuerzas para levantarme y cubrir mi vulnerabilidad con la máscara de dureza y frialdad que tanto me caracteriza, aprieta su agarre en mi cintura.

—¿A dónde crees que vas? —dice con su voz adormilada, Damon.

—Tengo que ir a trabajar —intento levantarme de nuevo, pero no me deja.

—No lo creo. Hoy tú y yo nos tomaremos el día libre, vamos a envenenar nuestros cuerpos envidiables con comida chatarra y golosinas y nos vamos a instalar en el sofá a ver un maratón de Friends como cuando éramos pequeños. Ya mañana retomaras el rumbo de las cosas con la fortaleza y disciplina que te caracteriza.

Esbozo una sonrisa de nostalgia —Amo esa serie.

—¿Quién no? —apoya su barbilla en mi hombro y guarda silencio por unos segundos— ¿Qué te pasó ayer? —pregunta con cautela.

—Lo vi, Damon, vi con mis propios ojos a Johan. Lo tuve frente a mí...el maldito asesino de mi familia. Tuve que fingir, sonreír y estrechar su mano como si no sintiera el peso de mi odio y rencor aplastándome el pecho. Ya estoy acostumbrada a tener que esconder mi verdadero yo, pero esta vez...esta vez fue muy diferente. Yo solo quería acabar con él ahí mismo, con mis propias manos...yo...yo solo quería... —mi voz se quiebra. Aprieto la mandíbula mientras lucho por mantener el control sobre mis emociones desbordadas.

Siento como el cuerpo de Damon se tensa por un instante, luego me da un beso en el hombro   —Shhh, tranquila.

Tengo tanta rabia. Haberlo tenido frente a mí y no poder hacerle daño, me deja con una sensación de impotencia —confieso.

—Sé como te sientes, pero recuerda que llegará el momento en que ese maldito junto a sus cómplices pague por todo lo que hizo. Y te juro que cuando llegue ese día estaremos ahí para asegurarnos de que reciba lo que se merece y vamos a disfrutar verlo acabado juntos —me envuelve entre sus brazos. Su contacto cálido y familiar es un bálsamo para mi alma herida— No estás sola, Poché. Estoy aquí prima, estoy aquí para ti 

Sus palabras resuenan en el aire, llenas de una lealtad inquebrantable. Siento un nudo en la garganta y lucho con las lágrimas que amenazan con emerger. Me permito cerrar los ojos por un momento, dejando que su presencia me envuelva en un abrazo silencioso de apoyo.

Me siento y apoyo mi espalda en la cabecera de la cama, Damon también se sienta con sus piernas cruzadas frente a mí. Me mira con comprensión, sus ojos llenos de tanta empatía y amor fraternal me abruman.

Extiendo mi mano para que la tome —Gracias, primo. De verdad me alegra que estés aquí conmigo —mi voz es apenas un susurro cargado de gratitud y dolor.

Me siento vulnerable, expuesta ante él de una manera que rara vez permito que alguien vea. Pero en este instante sé que puedo mostrarme así con él, que puedo dejar caer la fachada de fortaleza que he construido a mi alrededor.

Me da un beso en el dorso de mi mano —Bueno, bueno, no te acostumbres demasiado a este Damon. No creas que me estoy volviendo blando, solo aprovecha mi lado amable y tierno por hoy, porque mañana volveré a ser el mismo Damon despiadado y cínico que conoces.

Entre El Odio Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora