11 de marzo.
Mark, seca su cabello, con una toalla envuelta en su cintura, observa la cama donde Amin, duerme. Ahí está el culpable, de que hoy tenga que ir a trabajar en ropa deportiva, porque el traje que tenía listo, desapareció misteriosamente mientras él tomaba un baño antes de ir a trabajar.
—¿Hoy te quedas?— Pregunto un adormecido Amin.
—Hoy iré a trabajar, pero regresaré antes de almorzar— Tomo asiento en la cama cerca de su omega, para acariciar su cabello— Te llevaré de compras.
—¿Por qué no te pones tus trajes, sabes que me gustan como te quedan las camisas ajustadas?
—Cambiaron las políticas, podemos ir de forma ordenada y cómoda— Mintió, savia que le gustaban sus trajes a Amin, los deja, para que los pueda poner en el nido.
—¡Mira quién apareció!— Dijo destapándose y subiendo su camiseta de dormir, mostrado su pequeño vientre.
—Es hermoso y pequeño— Dijo apoyando sus manos a los costados de Amin, bajo su rostro para frotar su nariz en el vientre, depositando el más tierno beso— ¡Se dignó a parecer nuestro pequeño tesoro!, te esperamos con mucho amor. . . Te quiero decir, que tu papá es el omega más hermoso, espero que te parezcas a él— Le susurro al vientre apoyando delicadamente su cabeza.
—Si aún no desayunas, ¿te podemos acompañar?
—Claro que me pueden acompañar— Respondió acariciando el vientre—¿Cómo me podría negar a mis dos tesoros?
Paris, mira la hora cuando recibe su primer mensaje de Katashi.
Mensaje de Katashi: Si estás atrasado, esto no hubiera pasado, si me hubiera permitido quedarme, te esperamos, rápido baja, porque te extraño.
Mensaje de Paris: bajo.
Mensaje de Katashi: ¿¿¿¿No me extrañas?????.
Mensaje de Paris: Sí te extraño.
Tomo la maleta y su manta, acudió al llamado del alfa.
Sus planes se vinieron abajo cuando se subió a los asientos de atrás del carro, se suponía que Katashi, se iría con el sentado atrás, pero Fay, ocupaba su lugar.
—Buen día— dijo para saludar de una vez a todos. Logro oír como le respondía, reclinando el asiento para dormir, tapándose con su suave manta.
—Paris, Puedo— Dijo Fay, indicándole la manta que era bastante grande y podría cubrirse los dos.
—Por supuesto que puedes— Fay, se coló por debajo, no necesitaba el olfato para darse cuenta de lo triste que estaba el omega.— ¿Qué sucede?.
—Demasiado triste para hablar— Dijo Fay, cubriendo toda su cabeza.
Se colocó sus lentes negros, para que los rayos del sol que empezaba a asomar no lo molestara.
—En serio van a dormir, se perderán todo el paisaje— Dijo Haku.
—¿Cuántas horas son para llegar a la casa de los Kimura?— Quiso saber Paris.
—Tres horas— Respondió Haku.—Dormiré las dos primeras horas y la última solo mantendré mis ojos cerrados— Dice Paris, provocando que Fay, se riera en secreto debajo de la manta.