11 de abril.
Con sus manos en su cintura miraba las cajas de Katashi, por todo el departamento, miro en dirección al sillón donde se encontraban Amin, tomando leche junto con Fay. Se sacó su sweater de lana para empezar a ordenar.
—De verdad, no van a ayudarme— Les dijo muy ofendido.
—Su alfa, sus cosas— Respondió Fay, insinuando que no se pararía del sillón tan como donde estaba sentado.
Le gustaba la nueva actitud de Fay, más segura, despierto, no se esforzaba para encajar con ellos, respondía sus bromas, era una amistad que naturalmente estaba ocurriendo.
—Solo dime donde debería poner sus platas y como debo cuidarlas... Por favor Fay, hermoso— Pidió hasta que lo convenció. Haciendo que se pusiera de pie para tomar las macetas, ir colocándolas en las necesidades que cada planta requería.
— Solo déjalas como las están, esa de allá es de sombra y esas son de luz, las que están en esos muebles odian las corrientes de aire, y riégalas solo un poco una vez a la semana— Explicaba apuntando a cada una de ellas cuando hablaba.
—¿Tú no ayudarás?— Quiso saber Paris.
—Mi médico me tiene prohibido hacer cualquier actividad física sin su consentimiento— Se excusó de forma irónica
—¿Tu médico?-Pregunto Fay.
—Mark es médico— Le respondió Paris. Lo que le causo gracia a Fay.
Estuvieron toda la tarde acomodando cada cosa, cada fotografía era supervisada y colgada por Amin, sus sillones se llenaron de cojines, todo fue puesto como si esas cosas siempre hubieran pertenecido a ese departamento, su ropa, sus objetos personales, combinaban con las cosas de Paris.
—Necesitó una imagen de este momento— Pidió para que se unieran a él.
Fay estaba, fascinado, era la primera vez que tenía una fotografías con amigos, eran sus primeros amigos sin contar a la familia Kimura, esto lo ponía feliz, dejo de estar ansioso y sus emociones siempre eran más tranquilas, se sentía tan cómodo con Amin y Paris.
—Paris ¿puedo tener esa imagen?— Pidió
No dudo en enviársela.
Se podía escuchar desde lejos las risas que provenían del hogar de Paris, cuando los tres alfa se acercaban llenos de compras a recoger sus parejas.
—Todo quedo muy bien— Felicitaba Katashi a Paris.
—Deberían quedarse a cenar— Propuso el Híbrido— Que los alfa cocinen
—Prepare la carne, Katashi abrirá el vino— Respondió un entusiasmado Haku.
—Yo preparo el acompañamiento— Se ofreció Mark.
Cenaron, entre risas y conversaciones casuales, era todo tan agradable.
—¿Cómo te sentiste hoy?— Pregunto Haku conduciendo el carro.
—Fue muy agradable— Y contó todo lo que había sucedido ese grandioso día.
El alfa puso cuidado en oír cada palabra de la historia. Condujo a la casa de Fay esa fría noche por las calles vacías, mientras los copos de nieve empezaban a caer, podía llegar a esa casa con los ojos cerrados.