Capitulo 7 LA BODA

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El chófer puso el auto en marcha apenas Serena subió, el silencio camino a la iglesia fué sepulcral aún qué sus padres iban a su lado, ella se sentía completamente sola y perdida, con miles de preguntas en su cabeza y pocas respuestas qué le sirvieran para salir airosa de esa prueba, por qué era consciente qué Darien Shields no le era indiferente.

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Serena observó los edificios desvanecerse antes sus ojos, sus manos sudaban, estaba nerviosa sín poder creer que estaba a poco minutos de convertirse en una mujer casada, hacía dos semanas nunca se lo habría imaginado, cerró los ojos esperando qué todo eso fuera un sueño, y qué al al abrirlos despertaría en la habitación de su pequeño departamento en Quetzaltenango pero no era así, seguía de camino a la iglesia para sellar su destino.

El chófer estacionó el auto frente a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de Guatemala, una hermosa iglesia de arquitectura neoclasica, el lugar dónde su matrimonio sería bendecido, cerró los ojos mientras perdía perdón por su mentira.

Sabio ayudó a Serena a descender del auto, Sirconia por su parte se encargó de qué el vestido y el velo estuvieran perfectos, las flashes de las cámaras cegaron momentáneamente a Serena quién no se esperaban tantos reflectores, una vez qué se recuperó caminó del brazo de Sabio hasta la entrada de la iglesia aborrotada de gente importante, y ninguno qué ella conociera personalmente.

-Finge felicidad Serena, sonríe - murmuró Sabio sólo para ella.

Serena no siquiera sé molestó en verlo, sus ojos se fijaron en la figura de Darien parado frente al altar con un traje gris hecho a su medida, su cabello y barba bien cuidado y sus fascinantes ojos azul grises posando sobre ella, aún en la distancia era capaz de sentir su calor envolviéndola, sus piernas temblaron en cada paso qué dió hacía él, su corazón latía tan fuerte qué llegó a tener qué fuera escuchado por encima de la marcha nupcial.

Darien sonrió al verla caminar, parecía nerviosa y ligeramente sonrojada debajo del velo qué cubría su rostro, había esperado tanto ese momento, desde qué la conoció nueve meses atrás quedó impactado con su belleza, el azul grises de sus ojos lo conquistaron en una sola mirada, entonces no se imaginó tener la oportunidad de cenar con ella y más tarde comprometerse en matrimonio y ahora, a escasos minutos unirían sus vidas en un sólo ser.

Serena por su parte trató de infludirse valor en cada paso, observó la decoración de la iglesia con rosas blancas y rojas, el fino piso estaba lleno de pétalos cómo la alfombra.

- Te entregó a mí hija, hazla feliz - Serena levantó mirada ante la palabra de su padre.

Darien extendió su mano con una sonrisa qué le calentó el alma, quizás y sólo quizás podía hacer qué él se enamorara de ella, de Serena y no de Usagi.

-La haré la mujer más feliz del mundo, te lo prometo - dijo en un suave murmullo qué envío escalofríos a la columna vertebral de Serena.

Darien sostuvo la mano de Serena entre las suyas, ella le sonrió y el corazón se le aceleró ¿Qué había cambiado en las dos semanas qué había estado fuera? Se preguntó, sentía a Usagi más cálida y receptiva a él, dejó de hacerse preguntas cuánto la voz del sacerdote dió la bienvenida y anuncio el inicio de la eucaristía.

Serena se concentró en la celebración de la misa y con cada minuto qué pasaba pedía perdón una y otra vez por su falta, sobre todo cuándo el sacerdote preguntó sobre el consentimiento.

-Novio y novia ¿Vienen a contraer matrimonio sín ser forzados, libres, y de manera voluntaria?.

-Sí, venimos - respondió Darien sín ninguna duda en su voz, Serena guardó silencio por unos segundos, pensó en Usagi y Darien, y respondió.

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