Capitulo 2 ARRUINADOS

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-¿Por qué mí hija? - Sirconia gritó presa del dolor qué atenazaba su corazón, sé sentía herida y creía morir ante la fatal noticia.

-Mamá por favor, trata de tranquilizarte, no te hará ningún bien, además Usagi sigue viva y mientras haya vida hay esperanza, debemos confiar y rogar al cielo por un milagro.

Serena necesitaba creer en sus propias palabras, de lo contrario caería en un torbellino de desesperación y no sería de ayuda para sus padres y su hermana, qué dormía con pocas esperanzas de despertar.

-Llama al doctor - gritó a su padre al ver a su madre desvanecerse.

La enfermera y el médico corrieron para brindarles ayuda, el corazón de Serena latió fuerte dentro de su pecho, temía qué su madre no fuera a resistir todo lo qué estaba viviendo, miró a su padre con dolor, sé veía pálido y cansado.

Serena esperó con ansiedad de tener noticias de su madre, su padre sé alejó de ella, sabía qué trataba de ser fuerte, pero en su corazón temía qué tampoco soportará la situación, Usagi era su hija favorita, gracias a qué siempre estuvo dispuesta a complacerlo en todo lo qué disponía, a diferencia de Serena, y en el fondo le dolía no poder ser cómo ella.

.....

Una hora más tarde le permitieron ver a su madre, quién fué trasladada a una de las habitaciones privados, los médicos tuvieron qué sedarla para lograr tranquilizarla, verla dormir de cierta forma era mejor qué verla sufrir y llorando, su padre sín embargo parece un muerto en vida.

Quería llorar pero no tenía tiempo para eso, debía ser fuerte para su familia, tenían dinero suficiente para comprar todo lo qué el dinero podía comprar, lamentablemente no alcanzaba para comprar la salud de Usagi, su vida dependía de un tanque de oxígeno, de su fuera de voluntad, pero sobre todo de un verdadero milagro.

Serena jamás imaginó qué así sería el reencuentro entre ellas, todo lo contrario, creyó qué la vería el día de la boda, vestida de novia y ella siendo la madrina, sín embargo un accidente había cambiado el rumbo de sus vidas, la tragedia había tocado a sus puertas, echando por la borda los planes y sueños de Usagi, salió de la habitación para ir dónde su padre.

Sabio vigilaba a Usagi a través del cristal, temía qué al despertarse ella se marchará de su lado, el miedo y la angustia golpeaban su pecho con cada latido de su corazón.

-Intenta descansar papá, está espera puede ser larga y tanto Usagi cómo mamá te necesitan bien - Serena colocó una mano sobre el hombro de su padre, tratando de trasmitirle una fuerza qué no sentía.

-No puedo descansar mientras mí hija permanezca en ese estado ¿Por qué ella? - preguntó golpeando el vidrio con su frente, unas cuantas lágrimas sé derramaron por la mejilla del hombre, causando dolor en Serena.

-No lo sé papá, quisiera poder ahorrarte esté dolor, pero no hay nada qué pueda hacer, me siento completamente atada de pies y manos, sí pudiera ocupar el lugar de Usagi, lo haría sín dudarlo.

Sabio observó a su hija tan idéntica a la otra, eran dos gotas de agua, quién no las conociera podría fácilmente confundirla.

-¿Cómo sigue tu madre? - preguntó apartando los pensamientos qué venían a su mente, era una locura qué ni siquiera debía pensar, pero....

-Desconsolada, despertó por un momento, pero los sedantes son fuertes y volvió a dormirse, creó qué es lo mejor para ella.

Serena podría entender el sentimiento de su madre, Usagi era quién había estado a su lado durante los últimos cinco años, mientras ella sé había trasladado a provincia para vivir una vida totalmente diferente a ellos.

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