Capitulo 32 SE MUEVEN

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Darien sonrió al sentir los movimientos en el vientre de Serena y lloró sín ser consciente qué lo hacía, una alegría profunda invadió su pecho y no se comparaba con nada qué antes hubiese vivido, sentir moverse a sus preciosos tesoros no tenía precio y pensar qué estuvo a punto de perderse de todo esto por idiota.

Por qué la verdad siempre estuvo en los ojos de Serena, en sus actividades y en la manera qué le demostraba su amor, había sido él quién estaba ciego y no quiso ver, había sido él quién se había engañado al creer qué Usagi era la mujer de su vida.

-¿Por qué lloras? - preguntó Serena al abrir los ojos y ver los ojos de Darien llenos de Lágrimas.

-Por qué soy un idiota.

-Eso ya lo hemos discutido - sonrió pero él negó.

-Estuve a punto de perderlos, no podré perdóname fácilmente por eso Serena, no sabés lo qué estoy sintiendo en estos momentos al sentir moverse en tu interior, es la dicha más grande qué el cielo me ha permitido sentir - hizo una breve pausa - Nunca me alcanzará la vida para compensarte por lo qué te hice, perdóname mí amor por haberte tratado de esa manera, por hacerte sufrir, por no dame cuenta cuánto te amaba, sí pudiera regresar el tiempo para no ver empañado tus ojos de tristeza por mí culpa.

Serena lo observó con intensidad pero no pudo agregar nada, por qué él la interrumpió.

-Quizás la vida me ha premiado demasiado con una mujer cómo tú, tal vez no te merezco pero puedo decirte desde fondo de mí corazón qué mí amor por tí es sincero, desde hoy viviré para hacerte feliz, para qué sí lloras sea de felicidad, nunca más de tristeza.

-Dejemos el pasado atrás Darien, veamos hacía el futuro y apreciemos nuestro presente, de otra manera no seremos capaces de vivir cómo pareja, por qué no deseo vivir reprochándote por algo qué no podemos cambiar, y no quiero qué tú lo hagas.

.....

Serena acarició el rostro de Darien con ternura, limpió las lágrimas qué se desbordaba de los ojos de su novio, la palabra le hacía sentir una calidez extraña en el pecho, por qué ellos no había tenido esa etapa, ella se había convertido en esposa y en su mujer en un abrir y cerrar de ojos.

Y no se quejaba por qué realmente había encontrado el amor en Darien Shields, quizás y sólo quizás el destino había abrazo en sus vidas, y manipulados sus hilos para qué todo esto sucediera y pudiera encontrarse y tener la oportunidad de conocerse, aún qué las circunstancias no fueran las idónea.

-Eres una mujer única Serena, capaz de perdonar lo imperdonable y te amo cada segundo más por ellos, por qué sé qué mís hijos tendrán una madre maravillosa - dijo aún con lágrimas rodando por sus mejillas.

-Tú no eres un hombre malo Darien, sólo actuaste cómo creíste correcto al sentirte burlado por nuestras acciones, tu reacción hasta cierto punto es comprensible - dijo por qué no podía culpar sólo a Darien de lo malo qué había ocurrido.

-Sólo soy un hombre enamorado Serena, enamorados de tí y de lo qué soy cuándo estoy contigo - sonrió besando los labios de Serena de una manera tierna y sublime.

-¡Te amo! - exclamó Serena, totalmente perdida en la felicidad qué Darien le hacía sentir.

-Y yo a ustedes, son mí vida entera - confesó fundiéndose en un dulce abrazo y para sellar su reconciliación volvieron hacer el amor, esa mañana a la qué le sigueron muchas mañanas más.

-¡Darien! - Gritó Serena golpeando la puerta del departamento.

Púes había cumplido su promesa de vivir juntos, pero no revueltos, el olor a humo se intensificó y el corazón de Serena sé estremeció al imaginar a Darien atrapado entre las llamas.

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