Dicen que de los mil amores que tendrás en la vida solo hay uno bueno, que te marca.
Emily Meyer llevaba demasiados años enamorada del mismo chico. Tom Kaulitz, el hermano mayor de su mejor amiga.
¿Podrá Emily olvidar su amor por Tom?
Quizas sea T...
Estábamos disfrutando del concierto de los chicos como dos niñas pequeñas. Gritábamos, saltábamos, cantábamos las canciones a todo pulmón.
Un cartel en el público me llamó la atención.
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No voy a mentir, me dieron un poco de celos. Saber que miles de chicas están detrás de tu chico te hace tener inseguridad.
¿Mi chico? ¿Pero qué estupideces estabas pensando Emily? Tom no es tu chico, ya te gustaría. Deja de engañarte, Tom estaba pasando el rato y cuando se cansara todo eso acabaría. Por eso debía aprovechar el momento.
—¡Chicas! —una voz detrás nuestra nos llamó —Cuanto tiempo sin veros.
—David, ¿qué tal estás? —saludamos al manager de los chicos con un abrazo.
—Muy bien, ¿y vosotras? —nos correspondió el saludo —me alegro mucho de veros.
—Nosotras a ti también —respondió Niky
—Después del concierto vamos a hacer una pequeña fiesta. —sonrió— espero veros por allí.
—Claro David, nosotras no nos perdemos una fiesta. —rió Niky. David y yo nos unimos.
—Oh disculpar tengo que cogerlo —dijo alejándose para responder a su teléfono. —luego os veo. —se despidió.
[.......]
El concierto había terminado y nos encontrábamos de camino a la Fanparty que organizaban después del concierto. En el momento que nos bajamos de la furgoneta la oleada de flashes nos cegó. No terminaba de acostumbrarme a esto.
Sentí la mano de Tom colocarse en mi cintura baja e intentando taparme la cara con la mano me ayudó a caminar dentro de la fiesta. Las voces de los periodistas llamando a los chicos se hacían presente y entonces una pregunta me hizo girarme.
—¡TOM! ¡TOM, AQUI! —le llamaban —¿Esa es tu nueva novia?
—Solo somos amigos. —contesté. Tom rápidamente volvió a girarme y me dirigió de nuevo hacia la entrada del local.
—Nunca debes contestar a las preguntas, usarán tus respuestas a su favor. —me dijo al oído. Yo asentí.
Una vez dentro de la fiesta nos acompañaron hasta el reservado de los chicos, el local se encontraba lleno de fans de Tokio Hotel. Los gritos se escuchaban incluso más que la música. Las chicas lloraban, gritaban y alguna incluso se desmayaba cuando los chicos las saludaban.
Esto era una auténtica locura.
—No debes preocuparte —dijo Tom en mi oído. Yo le miré confusa. —por mis chicas. —aclaró.
—Es fácil para ti, no tienes que lidiar con miles de chicos que se mueren por mi. —le miré.
—No, yo tengo que lidiar con tu novio. —su gesto se tornó totalmente serio. —Creo que lo mío es algo peor. —me guiñó un ojo para luego alejarse hacia la mesa a coger su copa.
