Dicen que de los mil amores que tendrás en la vida solo hay uno bueno, que te marca.
Emily Meyer llevaba demasiados años enamorada del mismo chico. Tom Kaulitz, el hermano mayor de su mejor amiga.
¿Podrá Emily olvidar su amor por Tom?
Quizas sea T...
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La madrugada llegó y allí nos encontrábamos todos a las siete de la mañana esperando para coger el avión de vuelta a casa. Después de todo el revuelo de la noche anterior no había podido pegar ojo, ahora estaba muerta de sueño.
El frío era notable, y las caras de sueño de todos también. Comenzamos a embarcar en el avión, la verdad estábamos todos deseando llegar a casa y coger nuestras camas. Alguno incluso con ganas de coger cama ajena. Si Tom, eso va por ti. Caminé hacia mi asiento en el avión, alado de la ventanilla. Niky se sentó a mi lado, como era de costumbre, pero entonces Tom se acercó a nosotras.
—¿Niky, me dejas ese sitio? —esta levantó la mirada para verlo. —Es que me mareo, sabes que necesito estar cerca de una ventanilla. Siéntate con Georg —señaló.
—Esta bien. —mi amiga no se lo pensó ni cinco minutos. Se puso de pie, cogió su bolso de mano y le cedió su sitio a Tom.
Traidora.
—Hola mi amor —susurró con una sonrisa mientras besaba mi mejilla.
—Eres un mentiroso —le señalé con mi ojos entrecerrados —solo querías sentarte en el sitio de Niky. —sonreí.
—Pues si —admitió —lo que me resulta extraño es que haya aceptado tan rápido. —los dos dirigimos nuestra mirada hacia Niky y Georg que reían juntos.
—Si.... —lleve una mano a mi barbilla —estos dos se traen algo raro entre manos. —bromeé.
—¿Te imaginas que anden follando? —Tom rió pero entonces algo en mi cerebro hizo 'clic'.
—¡TOM, NO JODAS! —agarré su brazo apoyado en el reposabrazos — El viernes Niky y yo nos cruzamos en el pasillo —Tom me miraba con cara de confusión. —yo venía de tu cuarto y al encontrarnos me dijo que venía de estar con un chico. —aclaré.
—¿Y....? —alargó para que continuara.
—¡De la discoteca volvió sola, ningún chico vino con ella! —abrió sus ojos como platos.
—No puede ser....—giró su vista hacia donde se encontraban.
—Estan follando. —dijimos ambos a la vez, nos miramos y una risa por ambas partes salió.
Llevábamos tan solo media hora de viaje y ya todos se había quedado dormidos, el madrugón se notaba en el ambiente. Tom y yo éramos los únicos medio despiertos viendo una película.
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Tom tenía su brazo alrededor de mis hombros, mi mirada estaba fija en la pantalla cuando sentí la mano de Tom meterse por debajo de mi sudadera. Sus dedos acariciaban lentamente la piel de mi abdomen e iban subiendo poco a poco.
