Capítulo 31

2.7K 164 2
                                    

POV Alexia

3 meses después

Y con un abrir y cerrar los ojos llegó. En dos días eran las semis de Champions. Mi recuperación había sido un éxito. Ya llevaba más de un mes entrenando con el equipo y ahora lo que más quería poder jugar. Mi objetivo principal: la vuelta de semis de Champions. Se iba a abrir el Camp Nou por última vez para el femenino y mi gran objetivo era poder salir a jugar aunque sean un par de minutos.

- Sara, ¿tú piensas que estoy lista para jugar contra el Chelsea? – estábamos en casa a punto de salir hacia la ciudad para un entrenamiento.

- Sinceramente, creo que aún te falta un poco de descanso – la miré desesperada.

- ¿Pero me ves capaz?

- Claro que te veo capaz – se acercó – eres Alexia Putellas, eres capaz de todo.

Nos abrazamos para juntar nuestros labios. Al separarnos observé su cara, su sonrisa perfecta en su cara perfecta. Ella me miraba con cara de enamorada y yo también lo hacía.

Al llegar a las instalaciones, me fui directa al vestuario. Sara venía para hacer conmigo un par de ejercicios antes del entreno y luego solo miraba. No tenía nada más que hacer, así que se ponía apoyada en algún sitio mirándonos. Tengo que decir que a veces daba hasta miedo ver su cara de hipnotizada en nuestro juego. Después del entrenamiento, Jona nos llamó a las dos a su despacho.

- ¿Qué tal chicas?

- Bien, intentando que la rodilla de esta rubia esté perfecta – dijo tocándome la rodilla.

- Ya está bien, así que deja de tocarla como si todavía estuviera rota.

- Nunca lo dejaré de hacer – empezamos a reírnos.

- Me alegro de que os lo toméis a broma, pero hoy tengo que subir la convocatoria para el partido del Camp Nou – nos miró serio – Sara, sé que el plazo de los 300 días termina ya...

- Sinceramente, a mí lo de los 300 días me da igual – dijo Sara cortándolo – Yo lo único que quiero es que Ale pueda volver a luchar en el campo.

- Lo entiendo. Alexia, ¿tú piensas que estás lista?

- Claro que sí. Llevo luchando por este momento meses, así que me gustaría redebutar contra el Chelsea.

- Entiendo, pero sabiendo que solo tenemos una ventaja de 1-0, lo único que te puedo asegurar es que entrarás en la convocatoria.

- Por supuesto, lo último que quiero es estropear la eliminatoria. Por mí, salgo solo si tenemos un marcador abultado a favor.

- Sara, ¿Qué opinas?

- Sinceramente, creo que es pronto – la miré con cara de no entender nada – La rodilla está muy bien, pero creo que le vendría bien descansar un poco más. Pero, a la vez, sé que a ella le hace mucha ilusión, así que doy luz verde. Por mí, puede jugar el partido.

Le regalé la mejor sonrisa que podía. Entraría en la convocatoria del partido después de diez meses de lesión. Imposible estar más feliz.

Dos días más tarde

Por fin. Por fin llegó. El último partido del femenino en el Camp Nou. La vuelta de las semis de Champions contra el Chelsea.

Esa noche dormí muy bien. Normalmente, no podía dormir bien cuando estaba muy nerviosa, pero el dormir con Sara me tranquilizaba y mucho. Llegamos al estadio con el autobús. La parte de fuera estaba llena de gente. Estaba todo lleno. La afición que tenemos es la mejor y cada día nos lo demuestran.

El partido empezó. El ambiente del estadio era espectacular, pero el juego no era el que queríamos. No estábamos cómodas del todo. Caro logró marcar el primero para adelantarnos en la eliminatoria, pero, 4 minutos más tarde, Reiten empataba el partido. Jona se acercó a donde mí para darle mi opinión sobre lo que estaba pasando. Yo le dije varias veces que, si no estábamos cómodas, yo no iba a salir. Lo último que no quería era ralentizar el partido, no estaba lista para tanta presión. No quería forzar la rodilla.

Terminó el partido en empate, pero pasamos a la final de Eindhoven. Estuvimos un rato celebrando en el campo. Yo estaba feliz, habíamos logrado llegar a la final de la Champions por cuarta vez en cinco años. Eso muy pocos equipos lo habían logrado. Pero a la vez estaba triste. Era la última oportunidad que tenía para jugar en este Camp Nou. Me daba pena el no haberlo hecho. Sara bajó al campo y lo que hizo fue abrazarme.

- ¿Estás bien? – dijo mirándome a la cara.

- Bueno, pero no nos pongamos tristes ahora – dije intentando animarla – Vamos a celebrar... ¡Que estamos en la final de la Champions!

- Lo sé... - nos volvimos a abrazar – hace meses te dije que a ti la camiseta de juego te quedaba mejor que a mí y hoy lo puedo confirmar. Estás preciosa.

Nos miramos felices. Éramos finalistas de la Champions y tenía a una persona increíble a mi lado. Imposible ser más feliz en ese momento.

Te lo voy a volver a preguntar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora