Capítulo 33

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POV Sara

Salí del despacho feliz. Había rechazado el trabajo, pero estaba feliz. Al llegar al aparcamiento ahí estaba. Mi rubia estaba mirando el móvil apoyada en el coche, esperándome.

- Hola guapa – dije llamando su atención.

- Hola... te veo muy feliz.

- ¿A sí?

- Sí, no será porque te han dado el trabajo, ¿no?

- No sé...- no se lo quería decir de primeras porque sabía que no lo entendería – una cosa, ¿podemos ir a cenar por ahí? Hoy me apetece.

- Claro.

Al llegar a casa nos vestimos rápidamente para ir a nuestro restaurante favorito. Íbamos ahí porque nadie solía reconocer a Ale y porque la comida era increíble. Siempre nos sentábamos en la mesa más alejada para poder tener más intimidad.

- ¿Qué tal la rodilla después de tu debut? – pregunté para no tener que hablar del tema del trabajo.

- La verdad es que bastante bien, pensaba que estaría peor, pero los 15 minutos que he jugado los he hecho bastante bien.

- Me alegro, desde arriba se te veía bien.

- Eso sí, no me atrevo aún a tirar.

- Ale, tirarás cuando estés lista – me sonrió – Antes, me han mandado un video en el que el comentarista dice que te falta ritmo – me empecé a reír.

- No te jode – dijo irónica – acabo de volver de una lesión de cruzado y estoy jugando mis primeros minutos en meses... ¿Qué quiere? ¿Qué corra una maratón?

- Eso mismo he pensado yo – nos empezamos a reír las dos – pero me alegro mucho de que hayas podido redebutar el mismo día que has podido levantar la copa de liga.

- Lo sé – se acercó a mí – y todo ha sido gracias a ti.

- ¿Gracias a mí? – me sorprendí – perdona, has sido tú la que ha trabajado como una bestia para volver lo antes posible.

- Claro porque tenía una motivación.

- Ya te dije que iba a ser una motivación extra el tenerme como fisio personal.

- Es verdad. Pero sin ti no lo habría conseguido.

- Ale, las dos sabemos que eso es mentira – me miro sorprendida – conmigo o sin mí te habrías esforzado al máximo para volver cuanto antes.

- Cierto, pero contigo ha sido más fácil – se acercó y me besó – además eso de tener a tu fisio en casa ayuda mucho.

- ¿A sí? ¿En qué te ayuda?

- Me dice que poses puedo hacer y que no... - me miró con cara de pillina.

- Ale, no estarás mal pensando...

- No voy a decir nada – me dio un pico queriendo desviarse del tema discretamente.

- Bueno, ahora a cuidar esa rodillita que tiene que durar, por lo menos hasta la Champions tiene que estar bien.

- Y si no lo está, salgo lesionada – la miré con el ceño fruncido – no me mires así, no sería ni la primera, ni la segunda vez.

- Estás loca.

- No me quería perder una final de Champions... ¿Qué querías que hiciera?

- Te iba a decir "no jugar", pero luego me he acordado de que estoy hablando con Alexia Putellas – empecé a reír.

- Por lo menos ganamos una Champions – bajó la mirada – este año tenemos que ganarla, se la debemos a la afición.

- Lo conseguiréis, lo sé – levantó la cabeza – y yo seré una de esas locas que grité tu nombre desde la grada para que me firmes la camiseta.

- Joder, como han cambiado las cosas, eh – nos miramos a los ojos – hace un año y pico me rechazaste una foto y ahora me estás diciendo que vas a gritar mi nombre para que me acerqué.

- Ya ves – me quedé un rato pensativa – te voy a hacer una propuesta.

- Haber lo que me dices.

- Si perdéis la Champions me tiño el pelo de rosa, pero, si la ganáis, te lo tiñes tú.

- Estas loca...

- Puede ser divertido. Además es mi color favorito y estoy segura de que nos quedará super bien.

- Venga va – dijo al final.

Nos quedamos un poco calladas imaginándonos ese momento.

-Oye, hablando de propuestas, ¿Qué te ha dicho Puig?

Mierda, sacó el tema que no quería que sacara.

- Pues nada, me ha propuesto volver al puesto – se notaba un poco de nostalgia en mi cara.

- Y has aceptado, ¿no?

- No.

En ese momento vi como su cara cambiaba radicalmente.

- Alexia, ya hablé contigo de esto. Si aceptaba iba a ir en contra de mis valores. Si hubiera sido mi propuesta, seguramente estaríamos teniendo otra conversación, pero ahora mismo quiero encontrarme a mí misma. Sé que lo propusiste pensando en mí, pero no fue mi decisión el aceptar ese compromiso. Es un aprieto en el que me metí yo sola y tengo que salir de ello yo sola, hayamos o no hayamos logrado lo de los 300 días.

- Entiendo, pero también fue mi culpa. Sabía que empezando conmigo nos arriesgábamos...

- Ale, es mi trabajo, no el tuyo... Mi trabajo, mi responsabilidad – me miró preocupada – tranquila, no me voy a ir de Barcelona, así que ya encontraré otro trabajo.

- Pero no un trabajo como el del club...

- Un trabajo es un trabajo. A mí la que me importas eres tú. No me arrepiento de haber empezado esto contigo y, aunque hayamos tenido nuestras diferencias, yo te quiero en mi vida. Eres una persona que me hace feliz y eso es lo que me importa ahora.

- Tú también me haces muy feliz. Has sido un gran apoyo para mí en mis mejores y peores momentos. Me sacaste del agujero al que me caí cuando me lesioné e hiciste que volviera a ser yo misma. Te lo debo todo y más.

Nos acercamos y nos dimos un beso.

- Oye, ¿y si te llevo a mi cala favorita?

- ¿Ahora?

- Sí.

- Pues no sé a qué esperamos.

Terminamos de cenar y nos montamos en su coche. Empezó a conducir hacia una pequeña cala situada un poco al norte de Barcelona. Desde la carretera se podía observar las estrellas. Las estrellas con la luna hacían que la noche fuera espectacular. Aparcamos y nos metimos en la arena. Era una cala pequeña donde no había nadie, y esperaba que a nadie se le ocurriera pasar por ahí en una cuantas horas... Alexia extendió la toalla que tenía siempre guardada en el coche. Y nos tumbamos.

- Me he fijado que las estrellas esta noche brillan más de lo habitual – dije mirando a sus ojos.

- Sabes que – la miré curiosa – ayer, por la noche, miré al cielo mientras pensaba en ti y empecé a dar a cada estrella una razón por la que te amo tanto. Y, sabes que, me faltaron estrellas.

- Ya empezamos otra vez con las frasecitas – dije juntando nuestras frentes mientras reíamos.

Me acerqué cortando el espacio que teníamos entre las dos.

-Te quiero, por como haces que brillen las estrellas.

Volvimos a juntar nuestros labios, pero esta vez lo hicimos con más intensidad. Me puse encima de ella para poder intensificarlo aún más.

- ¿Pero tú no querías mirar las estrellas?

- ¿Para qué mirar las estrellas si me puedo perder en tus ojos?

Te lo voy a volver a preguntar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora