Capítulo 4

3.8K 203 1
                                    

POV Alexia

La semana y media con la selección fue normalita, pero por fin llegó el momento de volver a mi querida Barcelona. Cuando volví a ver a mis compañeras, me sentí feliz de poder volver a entrenar con ellas. Al hacer los ultimo tiros del entrenamiento, empecé a sentir unas pequeñas molestias en el isquio derecho. Así que decidí ir a donde Jordi, el fisio.

- Jordi, ¿me puedes ayudar con una pequeña molestia que tengo en el isquio? – pregunté tocándome la parte dolorida.

- Ahora mismo estoy un pelín ocupado con Bruna, si quieres puedes ir a la sala de rehabilitación. Ahí encontrarás a mi compañera, ella te podrá ayudar.

- ¿Ya te han asignado a una compañera? Qué rapidez, pensaba que tardarían más en encontrar a alguien – dije mientras me acercaba hacia la sala.

- Sí, al parecer alguien de la junta conocía al nuevo fichaje. Te aviso que está al nivel y es muy profesional, no te preocupes por nada – exclamó al ver mi cara de inseguridad.

- Gracias Jordi.

Entre a la sala y vi a una chica morena haciendo un ejercicio con Jana y me acerqué a donde estaban con un poco de dificultad, ya que el dolor se empezó a intensificar.

- Hola, perdona – le dije tocándole el hombro – Jordi, me ha dicho que tú me podías ayudar con una molestia del isquio... - no pude terminar la frase. 

Me quedé paralizada al ver a la nueva. Era ella, la chica que me rechazó la foto, la hermana de Noa. Ella era la nueva fisio. Las dos nos quedamos mirándonos a los ojos sin decir nada. Me empecé a notar muy nerviosa y mi cuerpo empezó a temblar. Fui incapaz de reaccionar ante su cara. Ella también se empezó a poner nerviosa. Jana se empezó a sentir incómoda al notar la tensión y decidió hablar.

- Hola Ale, ¿Qué tal con la selección?

- Bien, hemos ganado los dos partidos – respondí manteniendo la mirada con la fisio.

- Sara, me está doliendo la pierna, ¿puedo descansar un poco? – dijo Jana quejándose.

- Sí, sí, lo... lo siento – exclamó Sara alterándose y se dio la vuelta para ayudar a Jana, pero aún notaba mi presencia – Perdona, ¿tú que necesitas? –pregunto dirigiéndose a mí. En su voz se notaba que algo la incomodaba.

- Ah, sí, eh... que me duele el isquio derecho y Jordi me ha dicho que te pida ayuda – le respondí intentando ocultar mi dificultad a la hora de hablar.

- Claro, cuando termine con Jana te ayudo – me tumbé en la camilla de al lado y esperé. Estuvo con Jana otros cinco minutos más y yo no podía apartar la mirada de ella, parecía que tenía un imán que me obligaba a mirarla. Ella, en cambio, no me miro ni una sola vez.

Al terminar con Jana, se fue a anotar algunas cosas a su despacho. Jana se acercó a mi curiosa.

- ¿Estás bien? – me preguntó con preocupación a la vez que se sentaba en la camilla – no es lo que sueles hacer normalmente.

- ¿Qué es lo que he hecho? – pregunté intrigada.

- Mirarla, durante mucho tiempo – las dos miramos a Sara a la vez – nunca te has comportado así. Acaso... ¿Te gusta? – me miró con cara coqueta y empezó a pegarme golpecitos suaves en el hombro.

- ¿¿A mí?? ¿¿¿Ella??? NO – negué con la cabeza, pero ambas sabíamos que lo que acababa de decir no era cierto – ¿Cómo me va a gustar una persona con la que apenas he hablado?

- Pues la tensión que habéis creado al miraros por primera vez ha sido intensa, eh. A eso se le llama amor a primera vista – exclamó con un tono un poco vacilón y sin poder aguantar las carcajadas. Yo crucé los brazos por el comentario. Había logrado su objetivo, el molestarme.

- Creo que no le caigo muy bien, siempre esquiva mis miradas.

- ¿Cómo no le vas a caer bien? He visto cómo te mira, eso es imposible – me dijo con seguridad – dale tiempo, conmigo al principio también era tímida y lo de las miradas... El tiempo lo dirá.

- Ya veremos.

- Yo te aviso, dos miradas no se cruzan por casualidad – yo me quedé pensativa, la intranquilidad seguía en mí. Jana salió de la sala con una sonrisa y yo me quedé pensativa.

Al cabo de dos minutos Sara se acercó a mí con mi informe. Se sentó en una silla al lado de donde estaba y empezó a leer las hojas sin levantar la cabeza ni una sola vez.

- Me has dicho que tienes molestias en el isquio derecho, ¿verdad?

- Sí, me ha empezado a doler en el entrenamiento – se levantó y se puso en mi lado derecho para tocar la zona que me molestaba.

- Te puedes poner boca abajo, por favor – me pidió con la voz un poco tímida. Yo notaba que mis nervios aumentaban por segundos y el cuerpo se me ponía cada vez más rígido. Me di la vuelta y suspiré, agradecí que en esa posición ella no podía ver lo roja que me estaba poniendo. – Por favor relájate, sé que es la primera vez que te voy a... examinar, pero no puedo revisar tu músculo si estás rígida.

- Lo siento – dije yo entrecortada y con vergüenza.

Al sentir sus manos, empecé a sudar. Nunca me habían tocado unas manos tan suaves. La forma con la que subía y bajaba por mi músculo me hacía sentir mariposas en el estómago, y me puse más nerviosa de lo que ya estaba. Mientras pasaban los minutos cada vez me sentía más cómoda con sus manos en mi piel. Nunca había tenido esa sensación con nadie y me gustó.

- Pues ya estaría – dijo al terminar – tienes que descansar durante un par de días, pero te pondrás bien para el próximo partido – cuando me giré para sentarme ella estaba apuntando algo en mi ficha y se sentó en la silla.

- Es curioso – levantó la mirada, ya que llamé su atención – hace algunas semanas me rechazaste una foto, cosa que nunca me ha pasado, y ahora eres mi fisio.

- Qué pequeño es el mundo – me sacó una sonrisa y miré hacia abajo por la vergüenza que sentí – Siento mucho si te molesto lo de la foto. Sois ídolas para mis amigas, pero en ese momento no sabía ni tu nombre – dijo levantándose y acercándose a mí.

- ¿A no? ¿Y cómo has terminado como mi fisio?

- Mi padre está en la junta, me enchufó – esta vez ella bajo la mirada, parecía molesta por algo – acepté la propuesta para empezar de nuevo y estar más cerca de mi hermana Noa.

- Es un gesto muy bonito por tu parte. Noa es una chica muy maja y profesional, me cae bien – levantó su mirada para volver a mirarme y estuvimos unos segundos mirándonos hasta que rompió la conexión.

- Me tendría que ir, tengo una sesión programada con Cata.

- Perdón, ya me voy. Ha sido un placer conocerte – dije mirando una última vez a esos preciosos ojos verdes. Me sentía bien cuando la miraba.

- Ya nos veremos – dijo ella cuando se giró para volver a su despacho. Yo me quedé observándola unos segundos más. ¿Cómo podía ser tan guapa la jodida? 

Te lo voy a volver a preguntar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora