Capítulo 7

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POV Alexia

La noche estaba siendo más intensa de lo que me había imaginado. Abrió su corazón, cosa que agradecí y logré empatizar muchísimo con ella. No tenía ni idea de todo lo que tuvo que pasar entre lo su madre, su padre, su lesión... y me sentí muy mal por ella.

- Bueno, ya he hablado mucho sobre mí... te toca.

- No... - dije quejándome – me gusta cuando hablas.

- ¿Por?

- Puede sonar raro, pero me encanta tu acento – empezamos a reírnos.

- Pero si no tengo acento...

- Sí que lo tienes. Se nota mucho que eres vasca – se puso roja mientras me reía – Pero bueno, ¿Qué quieres saber sobre mí?

- ¿Por qué te gusta tanto jugar al futbol?

- ¿Por qué te gusta tanto respirar? – respondí dejándola un poco descolocada.

- Eso es obvio, para sobrevivir.

- Veo que nos vamos entendiendo – nos empezamos a reír. Empecé a mirar cada rasgo de su cara y ella hizo lo mismo.

- ¿Siempre quisiste ser futbolista?

- Qué va, cuando era pequeña no sabía ni que una chica podía dedicarse a esto, pero me dieron la oportunidad y aquí estoy.

Me quedé mirando a su belleza embobada. No podía desviar la mirada y me entraron ganas de sentirla más cerca. Al estar cara a cara noté como su respiración se agitaba y eso hizo que la mía también lo hiciera. En un momento levanté mi mano para pasarle un mechón de pelo por detrás de la oreja, ya que no me dejaba admirarla en su totalidad. Pude fijarme que su mirada viajaba de mis ojos a mis labios varias veces y sabía que yo también lo hacía.

- ¿Puedo? – pregunté mirando por última vez esos ojos. Recibí una sonrisa mientras afirmaba.

Acerqué mis labios a los suyos, no podía aguantar más la distancia que los separaba. El primer contacto fue suave y dulce. Mi respiración empezó a acelerarse al notar lo que llevaba varias semanas queriendo. El beso fue mágico y tierno a la vez. Decidí intentar intensificar un poco el beso poniendo mis manos detrás de su cuello, pero ella lo cortó.

-Lo siento mucho – dijo con lágrimas en los ojos.

- No, yo lo siento, no debería haber continuado sabiendo que estabas incómoda...

- Eso no es verdad, tenía ganas y me ha gustado, pero no puedo – le cogí la mano para intentar tranquilizarla.

- Oye, no pasa nada...

- Lo siento mucho, de verdad. Es que lo dejé con mi novio hace un par de meses y no estoy preparada para empezar algo. Sé que no es excusa, pero ahora mismo no puedo.

- No pasa nada, puedo esperar – la miré tranquilizándola – por ti esperaría una vida entera.

Me abrazó y empezó a llorar. Nos quedamos dormidas, abrazadas.

A las 4 de la mañana me desperté porque algo me estaba molestando. Empecé a sonreír al ver a Sara encima de mi dormida. Por primera vez me fijé en la cara angelical que ponía al dormir. No quería despertarla, pero al saber que mañana tenía que trabajar; la llevé a mi cama, le dejé un pantalón y una camiseta de partido para que se sintiera cómoda y la dejé para que pudiera descansar. Volví al sofá porque no quería incomodarla o asustarla. Me costó dormir porque estaba acostumbrada al colchón de mi cama, pero después de varios minutos logré conciliar el sueño.

Alrededor de las 8:30, un zumbido me despertó. Era la alarma del móvil de Sara. Me levanté para ir a mi cuarto y despertarla, ya que se tenía que ir. Me quedé mirando cómo dormía. Parecía un ángel sobre una nube.

- Sara... - dije abrazándola para que se despertara – vamos, despierta que te tienes que ir a trabajar.

- Déjame dormir – dijo con un tono que me enamoró.

- Sara, llegarás tarde a tu sesión – ella no me respondió.

Me levanté para ir a preparar el desayuno. Preparé café y tostadas. Al de cinco minutos vi cómo salía de la habitación con una amplia sonrisa. Dios mío, que bien le quedaba esa camiseta con mi nombre en su espalda. Me abrazó por detrás inconscientemente y me dio un beso en la mejilla.

- Buenos días – me susurró a mi oreja.

- Buenos días, ¿has dormido bien?

- Mejor que nunca, tu cama es muy cómoda – en ese momento dudo – pero ¿cómo he terminado yo en tu cama? – empecé a reír y ella se puso enfrente.

- Ayer por la noche, después de nuestra maravillosa charla... Te quedaste dormida y, como quería que descansaras, te llevé a mi cama. Y puedes estar tranquila, yo he dormido en el sofá.

- Alexia, no tenías que haberlo hecho, es tu casa, no la mía.

- Para mí esta también es tu casa – no pude evitar sonreír y mirarla embobada.

A ella se le iluminaron los ojos y se acercó aún más. Juntó nuestros labios en un beso lento y tierno. Se me erizó todo el cuerpo al sentirla tan cerca de mí e intente intensificar un pelín más el beso. Esta vez ella no se apartó y siguió mi beso. La puse contra la isla que había en medio de la cocina haciendo que nuestras respiraciones se aceleraran. Puse mis manos en su cintura para sentirla lo más cerca posible de mí. Al final, me separé para tomar aire.

- Wow – dijo ella cuando nos miramos.

- A mí también me ha gustado, pero, por desgracia, te tienes que ir – ella asintió – Te he hecho el desayuno y si te quieres duchar tienes ahí el baño.

- Gracias – se sentó en una de las sillas y se fijó en la ropa que llevaba puesta – me acabo de dar cuenta que llevo tu camiseta, ¿me queda bien? – lo dijo en tono coqueto y se empezó a reír.

- Te queda espectacular – le dije sin poder ocultar lo embobada que me tenía.

- Dudo mucho que me quede mejor que a ti – nos quedamos mirando durante unos cuantos segundos. No pude evitar morder mi labio inferior.

Nunca pensé que me gustaría alguien tanto como ella. Era tan delicada, dulce, perfecta... No podía ocultar lo que sentía por ella. Tenía claro lo que quería, la quería a ella y no iba a parar hasta conseguirla.

Te lo voy a volver a preguntar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora