Capítulo 29

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POV Alexia

Me desperté desnuda sobre una cama que no era la mía. La noche de ayer fue muy intensa y no lo dijo solo por la discusión. Sara y yo no nos terminamos de entender. Ella lo único que hacía era ponerse a la defensiva, pero yo lo único que quería es ayudarla. Al girar la cabeza me di cuenta de que estaba sola sobre la cama de la habitación de Sara. Me levanté para buscarla, pero antes decidí vestirme.

- ¿Qué haces ahí dentro? – dijo Noa al ver que salía de la habitación de su hermana sin entender nada - ¿Y qué haces con la ropa de ayer?

- Es una historia muy larga – dije intentando desviar el tema - ¿Dónde está Sara?

- Ni idea – dijo sin darle mucha importancia.

- ¿Y no estás preocupada?

- En absoluto, cuando está enfadada le gusta ir a correr sola. Y si te ha dejado sola en su habitación, significa que está muy enfadada contigo.

- Eso ya me quedó claro... - me acerqué al sofá y me senté - ¿Te importa que me quedé aquí mientras vuelve?

- ¿Te quieres quedar para esperarla? – yo asentí – pues diviértete. Seguramente tardará así que ponte cómoda y no rompas nada. Pero puedes estar tranquila, conozco a mi hermana y cuando vuelva estará más tranquila que ayer.

- Gracias Noa.

- Todo por mi hermana...

Salió de casa dejándome sola. Estuve un rato viendo la tele hasta que volví a la habitación de Sara para fijarme bien en los detalles de la decoración. Habíamos estado varios meses como pareja, pero no había entrado en la habitación hasta ese momento. Vi como en la pared había varias fotos en las que Sara estaba feliz con Noa y otras amigas. Seguí el camino que las fotos creaban hasta llegar a un cuadro que me llamó la atención. Era la foto que nos sacamos Sara y yo cuando ganamos la liga. Cogí el cuadro para poder verlo mejor.

- Han pasado muchas cosas desde ese momento, eh – me giré al escuchar la voz de Sara.

- ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

- Lo mismo te tendría que preguntar yo.

- Te estaba esperando... Tenemos que hablar.

- Lo sé, pero esta vez no podemos terminar como lo hicimos ayer.

Ella se fue al sofá y yo la seguí. Nos sentamos en los mismos sitios que el día anterior.

- Lo siento por haberte llamado niñata, sé que estabas dolida... - dije rompiendo el hielo.

- Estaba dolida, pero no tenía ningún derecho para tratarte así.

- ¿En serio pensabas que te era infiel?

- No te voy a mentir, sabía que me escondías algo, pero no sabía que era y mi cerebro lo dedujo. Sé que no es excusa y ahora mismo me siento fatal por haberlo pensado, pero ya me ha pasado antes y no quería que volviera a pasar.

- Sara – me acerqué a ella y le di mis manos. Ella las agarró – nunca sería capaz de serte infiel. Antes prefiero morir.

- Lo siento – se derrumbó y empezó a llorar.

- No te tienes que disculpar – me acerqué para abrazarla – y lo de la propuesta... No lo habría propuesto sabiendo que te ibas a poner así. Sé que lo has pasado muy mal y que te gusta tomar tus propias decisiones, pero, como te veía muy ilusionada con continuar siendo la fisio del equipo, se lo propuse a Puig para que puedas seguir siendo feliz.

- Alexia, ese trabajo no me da felicidad – la miré con cara de confusión – Eres tú la que me hace feliz. Adoro mi trabajo, pero solo es un trabajo. Por eso mismo empecé la relación contigo, porque sabía que tú me harías feliz. Me da igual donde trabajar, yo lo que quiero es estar contigo.

Junté nuestros labios para agradecerle las palabras que acababa de decir.

- Me he enfadado contigo porque no me lo has dicho – bajé mi cabeza avergonzada.

- No te lo dije porque no sabía cómo reaccionarias – cogió mi barbilla y la levantó.

- Si me lo hubieras dicho antes no estaríamos aquí – la miré a los ojos – me dolió mucho el enterarme por Jordi.

- Lo siento.

- Lo sé, entiendo por qué lo hiciste y te tengo que dar las gracias por querer ayudarme.

- Te quiero

- Y yo a ti.

Volvimos a juntar nuestros labios en un beso dulce, uno que nos merecíamos.

- ¿Y ahora qué quieres hacer?

- Sinceramente, me gustaría tumbarme contigo en el sofá y estar toda la tarde así, pero tengo que llamar a mi padre – me di cuenta de que puso exactamente la cara que ponía antes al hablar de su padre.

- ¿Se lo vas a reprochar?

- Obviamente, le dije que si me ocultaba algo más no querría saber nada más de él. Llevamos meses intentando normalizar las cosas, pero es pasarse de la raya.

- ¿Quieres que me quede?

- Por favor...

Yo me tumbé en el sofá y ella se fue a su habitación para llamar a su padre. Durante minutos estuve escuchando como Sara le reprochaba todo lo pasado a su padre.

-Al reconciliarnos me dijiste que si no quería saber más sobre ti, me respetarías... Pues es exactamente lo que quiero que hagas. No me hables, no te acerques a mí y no te metas nunca más en mi vida.

Esa última frase me impactó mucho. Le había dejado claro que no quería saber nada más de él. Sara de verdad se sentía vendida por su padre, no se sentía querida y eso me rompió a mí el corazón. Ella salió de la habitación llorando, se sentía mal por lo que acababa de hacer, pero tenía la necesidad de hacerlo.

-Tranquila... Estoy aquí – dije al abrazarla – ¿te quieres tumbar conmigo? – ella asintió.

Se tumbó encima de mí apoyando su cabeza en mi pecho. Yo le empecé a hacer caricias en el pelo y en la espalda.

- ¿Te puedo preguntar algo? – ella levantó su cabeza curiosa – Te las quería dar antes... Sé que prácticamente vives en mi casa, pero... - saqué unas llaves – ¿Y si lo hacemos oficial?

- ¿Son unas copias de las llaves de tu casa? – yo asentí.

Ella aceptó las llaves y se acercó para besarme. 

Te lo voy a volver a preguntar...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora