𝟬𝟬𝟯

617 53 2
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





























_______________________________________

Sos horrible, ¿lo sabés?

— Me lo dicen mucho. Ahora, si no tiene nada más que decirme...
_______________________________________


























































Delia no sólo tuvo que soportar la música durante su mañana, sino que la tuvo que soportar todo el día. ¡Su vecino había decidido dejar la música a todo volumen todo el día para molestarla!.

Bueno eso es lo que pensaba ella, y eso le irritaba lo más grande. Incluso tuvo esos raps horribles de fondo con todos sus clientes, incluso ahora que estaba con el último del día, siendo cerca de las nueve de la noche, la música seguía de fondo atormentadola.

— ¿Le molesta la música de fondo? —preguntó con timidez la chica, que colocaba el calco del tatuaje sobre el gemelo del mayor.

— No, ¿pero no es re tarde para tener la música a ese volumen? —el hombre giró ligeramente su cabeza para mirarla.

— Lo sé —rodó los ojos—. Pero es el imbecil de mi vecino que lleva así todo el día —Delia encendió la maquinilla empezando a tatuar.

— ¿Todo el día? —la chica asintió mientras afirmaba con un ruido de garganta—. ¿Cómo aguantaste? —preguntó impresionado.

— Con mucha fuerza de voluntad para no ir a su piso con un cuchillo —le dio una rápida mirada mientras pasaba la servilleta sobre la tinta.

— ¿Pensás hacer algo? —el hombre aguantó un quejido del dolor por la aguja.

— Sep, pero no se me ocurre muchas cosas que no tengan que ver con una matanza —le contestó con burla haciéndole reír.

— A mi lo que me re calienta son los ruidos de una obra, por si eso te puede ayudar.

Delia frenó sus movimientos y se quedó pensando en una ocurrencia que llegó a su cabeza debido a lo que dijo el hombre. Cuando volvió a reaccionar siguió dibujando sobre la piel de hombre, dirigiéndole otra vez la palabra.

— La verdad es que necesito colgar unas cuantas estanterías en la pared —una pequeña sonrisa surcó su rostro—. Pero no tengo ningún taladro para hacer agujeros —dio un rápido vistazo a su reloj de muñeca—. Y no creo que a estas horas este abierta alguna tienda —le salió ligero puchero al pensar en no hacer lo que pensó.

— Yo conozco una tienda que no cierra hasta las once —Delia levantó su cabeza mirándole con alegría.

— ¿De verdad? —ante el estusiasmo de la chica el hombre no pudo guardar una risa.

Falling Fast  |  Matías Recalt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora