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- Una foto te durará más.

- Ni siquiera te miraba a ti, egocéntrico.
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La mañana había pasado realmente tranquila, después de que se acercaba la hora de la comida Marco y Marisa se tuvieron que ir a su cabaña para seguir haciendo su vida, dejando a la pareja falsa sola.

Aunque no estuvieron mucho tiempo juntos, ya que Delia se fue a la ducha y Matías aprovechó para limpiar todo lo que se había utilizado para el desayuno. Un buen trabajo en equipo. Pero la tranquilidad no dura para siempre, y ahora ambos se encontraban peleando por ver que iban a comer.

- Pasta -dijo tajante el chico.

- Pizza -le rebatió la chica.

- No voy a comer pizza boluda -se cruzó de brazos.

- ¿Por qué no? Si te gusta -Delia defendía su postura.

- Pero no tengo ganas de pizza, quiero pasta.

Llevaban como veinte minutos discutiendo lo mismo, que si comer pasta o pizza. Delia cansada tuvo una idea.

- Vale, comemos pasta -el festejo del chico no se hizo esperar-. Pero con dos condiciones -frenó su baile-. La cocinas tú y esta noche se cena pizza -Delia alzó su mano para estrecharla con el chico para cerrar ese pacto-. ¿Trato? -Matías miró a la chica con desconfianza-. Se me cansa la mano -dijo agitandola levemente.

- Trato -ambos chocaron sus manos-. Pero también... -tiró de la chica con fuerza para acercarla a él, poniéndole al instante nerviosa-. Quiero un beso -volvió a poner morritos en los labios.

Delia volvió a rodar los ojos con burla mientras sonreía y un ligero tono rosado ocupaba sus mejillas.

- Deja de joder Matías -lo empujó para alejarlo de ella, mientras ambos reían.

Matías se dio cuenta de que aunque la chica se escondiese en una faceta dura y rígida, y parecer una chica sin sentimientos, era muy fácil ponerla nerviosa y que sus pensamientos entrasen en cortocircuito sin saber como debe de actuar. Una sonrisa abarcó el rostro del chico al ver como la chica abandonaba la cocina enseñándole el dedo del medio.

No tiene remedio. Pensó.

Delia en cambio se sentía agusto en estos momentos tranquilos que pasaba con Matías sin tener ninguna pelea o bronca, sentía que poco a poco podría llevarse bien con el muchacho, que muy en el fondo no era tan imbecil como ella pensaba, sino que era bastante tierno y atractivo, y además se llevaba bien con sus mascotas, eso era un plus.

Falling Fast  |  Matías Recalt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora