— ¿Y si hacemos equipos? —preguntó Delia mirando a todos.
Todo el grupo se encontraba en la cabaña de Agus, Lara, y Enzo. Los tres habían revelado que habían traído varios juegos de mesa para poder pasar algunas noches divirtiéndose.
—Dale, eso será re bueno —Agus aceptó la idea de la chica—. Será aleatorio —todos aceptaron y el chico pudo ir a por papel para cortarlos en trocitos poniendo el nombre de cada chica, los doblaba y los dejaba en el centro reliados—. Cada uno de nosotros agarrará un papel, y jugará con la chica que le toque —explicó.
Cada uno agarró un pequeño papel. Matías rezaba internamente que en el papel que cogió estuviese escrito Delia, repetía mentalmente su nombre para que el destino los pusiese juntos. Notó como la mirada de la chica estaba sobre el papel que tenía en su mano, esperando ver que nombre le había tocado al chico.
— Lara —Marco mostró el papel con el nombre de la chica.
Vale, una menos, hay más probabilidades de estar con Delia. Pensó el chico.
— Delia —Enzo mostró el papel con el nombre de su pareja.
— Andate a la concha de tu madre —se le escapó a Matías, rápidamente tapó su boca con los ojos abiertos, recibiendo todas las miradas de impresión y confusión de los demás—. Perdón perdón, se me ha escapado, estaba pensando en una boludez —explicó.
— Que tonto —rio Delia.
— Marisa —Agus mostró su papel.
¿Me estás jodiendo mundo? Yo no hice nada para que me pagues con esto. Pensó el chico con fastidio.
— Vanesa —él mostró el papel con el nombre que todos ya sabían que le iba a tocar.
Todos cambiaron asientos para que las parejas de los juegos pudiesen estar juntos. Enzo y Delia chocaron los cinco mientras sonreían, ambos eran bastante competitivos y tenían muchas probabilidades de ganar.
No le molestaba que Matías hubiese quedado con Vanesa, porque ya sabía que el chico no tenían ninguna intención con ella, y que si ella molestase o no, ya le daba un poco igual, porque ahora lo que le importaba era ganar el juego. Empezaba a salir su lado competidor.
