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- Eres un cerdo.

- Pero ahora la tostada es mía. ¿Querés un poquito?
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Matías se tuvo que levantar resignado, porque veía capaz que Delia volviese a tirar lo que llevaba en sus manos. Se acercó a ella mientras levantaba sus brazos para estirar su cuerpo.

Había dormido como un bebé, esa cama era la mejor que había probado en toda su existencia, pero no entendía cómo si supuestamente él tiene el mismo colchón que ella. Tendrían que ser esas sábanas.

Se había colocado al lado de ella, viendo como la cocina estaba impecable, y cuando acabó mirando a la chica se dio cuenta de que estaba preparando el desayuno.

Matías intentó agarrar un croissant que había en un plato, pero recibió un manotazo de parte de la chica.

- Son para tus padres -le regañó.

- ¿Y yo qué? ¿No puedo desayunar? -frotaba su mano adolorida.

- Nop -le sacó la lengua como una niña pequeña, dejando sorprendido al chico.

¿Se había levantado de buen humor?. Veía como ella cortaba unos trozos de fruta para meterlos en un bol.

Llevó varios platos con cosas a la mesa, y trajo de vuelta una tostada. Cogió un cuchillo y empezó a untar la crema de chocolate que tanto le había gustado el chico al probarla. Literalmente no apartaba la mirada de como la chica esparcia la crema por toda la tostada sin dejar ningún hueco vacío.

Delia notó la intensa mirada que le estaba dando el chico a su desayuno, haciéndole un poco de gracia, solo le faltaba que la baba se le cayese. La chica quería jugar un poco con él y molestarlo. Cuando terminó de untar las dos cosas, se lo llevó a la boca para darle un mordisco.

- Ou que bueno está esto -soltó como un gemido de placer por lo que comía, dándole envidia al chico.

Delia volvió a dar un mordisco a su tostada, volviendo a hacer el mismo ruido mientras cerraba los ojos, aguantando la risa.

Falling Fast  |  Matías Recalt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora