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— Me alegro de haber alquilado ese piso.

— Me alegro de haberte molestado con la música.
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— Coloquesen en sus posiciones —Carolina avisó a ambas parejas.

Volvían a estar en la última clase de baile que tenían antes de que ocurriese la boda, por lo que hoy debían de tener finalmente el baile aprendido.

Carolina pensaba que al ser la última clase ambas parejas no tendrían fallos y no tendría que llamar la atención, pero no. No paraba de llamar la atención a los más jóvenes, ella no se lo podía creer, la clase anterior los regañaba porque estaban tiesos y sin querer tocarse, y ahora los regañaba porque parecían dos lapas haciendo tonterías.

— Perdón —contestó Matías ante el quinto regaño que recibía de la mayor. Marco y Marisa los veía con una sonrisa traviesa en sus rostro.

— Deja de hacer tonterías —le regañó su pareja en voz alta—. Nos van a volver a regañar.

Matías no dejaba que la chica pudiese bailar tranquilamente con él, ya que había descubierto un nuevo hobby que le encataba, molestarla. Le daba pequeños pellizcos o picaba en ciertas partes donde hacía que la chica se doblese y perdiese un poco el equilibrio, o también se ponía a robarle pequeños besos haciendo que se quedase un poco en shock.

— La otra vez te dije que bailabas re bien —le recordó el joven. Delia desvío la mirada con vergüenza, al recordar la forma en la que le costestó.

— Me acuerdo, te contesté muy mal —dijo apenada.

— ¿Por qué? —preguntó con curiosidad.

Matías se acordaba de la pelea, pero no recordaba el motivo del enfado de la chica, también era porque ella no se lo había contado.

— ¿Te acuerdas cuando nos quedamos a solas en la hoguera? —Delia casi se tropieza bailando haciendo que el chico le agarrase más fuerte de la cadera. Escuchó un chasquido de lengua detrás suya, sabiendo que era Carolina—. Pues te conté lo que me había dicho Marisa de ti —le recordó, Matías asintió—. Pues dijiste que era porque actuabamos bien —el chico se quedó pensando, y por su rostro se pudo saber que había recordado sus palabras—. Se que fue una tontería porque en ese momento si que actuabamos, pero me dolió un poco —encogió sus hombros—. En ese momento yo ya había caído ante esas actuaciones —soltó una risa nerviosa.

Falling Fast  |  Matías Recalt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora