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— ¿Qué te pasa?

— ¿Te despertaste de buen humor?
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— Robin venga haz tus cosas que tengo sueño —se quejó Delia por tercera vez.

Y por tercera vez Robin no hacía lo que decía, se tiró en el césped y se quedó tumbado mirando a su dueña.

— ¿Quieres descansar? Pues vamos a descansar —Delia imitó a su perro y se sentó en el césped, ambos se miraron fijamente—. Mi niño bonito, contigo no me puedo enfadar —alzó su mano para acariciar su cabeza—. Pero con ese —señaló hacia la cabaña que estaba detrás de ella—. Si puedo. Echarme a mi la culpa de lo que estaba pasando —le contaba a su perro—. Encima que defiendo esto —rodó sus ojos—. Aunque también tiene razón —volvió a mirar a su perro—. Pero solo un poco —juntó su dedo pulgar e índice para indicar la cantidad, Robin ladró en respuesta—. Vale, la mitad de la razón, ¿así está bien? —le preguntó y Robin sacó su lengua—. Me lo tomo como un sí —dio un suspiro quedando en silencio.

Delia mantuvo su mirada en el cielo tomando la suave brisa que daba, y escuchaba de lejos el sonido de las olas. Notó como Robin le daba con la pata, y le miró.

— ¿Debería de arreglarme con Matías? —le preguntó—. Si seguimos así esto sí que no va a salir bien —Robin alzó su pata llevándosela a su hocico haciendo como si se tapase los ojos—. No se como interpretar eso Robin —rio, y este ladró—. Vale vale, le pediré perdón, ¿contento? —Robin se levantó y empezó a tirar de la correa en dirección a la cabaña—. ¿Ya quieres ir?

Ambos caminaron a paso tranquilo hacia la cabaña y entraron. Delia le quitó la correa a su perro y este fue a la cocina donde estaba su cuenco de agua, y ella colgó la correa en el perchero. Apagó las luces de la planta de abajo cuando vio a su perro salir de la cocina, ambos subieron la escaleras.

— ¿Matías podemos hablar? —cuando miró para la cama se encontró con el chico literalmente dormido—. Ou mira que bonito, debería dejarlo dormir, ¿verdad? —miró a sus mascotas—. Me da a mi que no —cogió un cojin y le dio con este al chico despertandolo al momento—. Se me va a hacer costumbre despertarte así —dijo con burla.

— ¿Qué hacés boluda? —Matías llevó su mano al pecho del susto que se había llevado—. Estás loca.

Delia le ignoró y pasó por encima de él para sentarse al otro lado de la cama, quedando sentada en forma de indio.

Falling Fast  |  Matías Recalt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora