𝟬𝟮𝟱

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— Che ¿qué pasa?

— No tienes que besarme.
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Delia terminaba su comida en silencio, teniendo la cabeza ocupada de lo que ocurrió ayer por la noche con el chico. Cuando se fue de la hoguera sin decir nada más, no tardó nada en llegar a la habitación para acostarse, y ni siquiera se enteró de cuando el chico había entrado en la habitación para dormir.

Y esa misma mañana notó como Matías se levantaba y se preparaba para salir, y antes de hacerlo se acercó a la chica sentándose con cuidado en la cama a su lado. Pasó su mano apartando el pelo de su rostro, sin querer asustarla.

— Delia —susurró para intentar despertarla—. Delia —le sacudió levemente, ella lo que hizo fue darse la vuelta dándole la espalda sin ni siquiera abrir los ojos. Matías se extrañó por eso, pero no le dio mucha importancia—. Voy a salir con los chicos —él esperó una respuesta que nunca llegó, por lo que se levantó para irse y dejar a la chica tranquila.

Cuando Delia escuchó la puerta de la entrada, abrió los ojos. No había estado ni cinco minutos despierta que sus ojos empezaron a aguarse por esa sensación fea que sentía dentro de ella. Con rabia restregó sus ojos para eliminar cualquier rastro de un posible llanto.

La chica agitó su cabeza eliminando el recuerdo de esa mañana tan amarga para ella. Estaba enfadada con ella misma, porque no supo separar las cosas, se dejó guiar por las acciones sin pensar con la mente fría, se dejó caer en esos sentimientos que ahora le estaban pasando factura por ella pensar que no son correspondidos, pero ni siquiera era capaz de aceptar que tiene sentimientos hacia Matías, ella intentaba esconder todo eso detrás de una barrera con el pensamiento de 'Estoy fingiendo', pero muy en el fondo sabía que lo que ella hacía tampoco era tan fingido, que había una parte de realidad, pero no quería aceptarlo y no lo hacía.

Delia se levantó de la silla para limpiar lo que había utilizado para hacerse la comida, y cuando estaba haciendo eso escuchó la puerta de la entrada cerrarse. Rezó internamente para que el chico no la buscase, pero no sirvió de mucho.

— Hola —sabía que se dirigía hacia ella, porque después escuchó otros saludos para sus mascotas. Delia le dio una leve mirada por encima del hombro mostrando que le había escuchado—. ¿Qué tal? —un ligero toque en su espalda hizo que todo su cuerpo se tensara, no pasando desapercibido por el chico.

Falling Fast  |  Matías Recalt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora