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- ¿Qué haces en mi casa?

- ¿No me ves? Desayunar
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Entre una cosa y otra anoche Delia llegó a su casa cerca de las cinco y media. No entendía como ella y Carlos tardaron cera de una hora en llegar a su apartamento si estaban relativamente cerca.

Delia le ofreció quedarse a su amigo, pero este se negó diciendo que llamaría a su novio para que le recogiera. Ambos esperaron a que el susodicho apareciera.

Cuando se fue, Delia subió lo más rápido que pudo a su casa, necesitaba urgentemente tirarse a la cama a dormir, y no levantarse hasta la hora de comer del día siguiente. Y es lo que hizo, al cerrar la puerta de su casa saludó a su perro y a su gato, como de costumbre. De camino a su cama se iba quitando los zapatos dejándolos por medio, al igual que su vestido que lo dejó tirado en medio del pasillo.

Mañana lo recojo.

Y como estaba se tiró a su cama, y antes de quedar profundamente dormida se cubrió con una sabana hasta la cadera.

Pero su sueño de dormirse hasta la hora de comer se quedó ahí, como un sueño literalmente. Un tintineo sonaba constantemente entre sus sueños, bueno, no era sólo uno, eran varios tintineos, haciendo que la molestasen tanto como para despertarla.

- ¡Batman, deja de hacer ruido! -rodó por su cama cogiendo un cojin para taparse la cabeza y la oreja, intentando coger el sueño.

Sabía que tendría que ser Batman el que estuviera haciendo ruido, ya que estaba acostumbrado a subirse a los sitios y tirar todo lo que le llamaba la atención.

- ¿Batman? ¿Posta? -eso se intentó quedar en un susurro, pero la chica lo logró escuchar.

Delia abrió los ojos como platos al escucharlo, se quedó unos segundos petrificada al saber que había alguien más en su casa. Cuando tomó el valor suficiente, quitó lentamente el cojin sin hacer mucho ruido.

Decir que estaba cagada de miedo se quedaba corto, en esos momentos se arrepiente de no tener algo en su mesita de noche, aunque fuera una lámpara, que le serviría para lanzarle al que estuviera ahí.

Miró de la manera más disimulada posible todo lo que había alrededor, y vio a la persona que habló. Estaba de espalda a ella, en su cocina, como si estuviera haciendo algo en la encimera. Llevaba una camiseta blanca y unos pantalones deportivos, y no llevaba zapatos.

Falling Fast  |  Matías Recalt Donde viven las historias. Descúbrelo ahora