CAPÍTULO II

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Visualicé desde la distancia el cabello castaño de Sara entre una de las mesas del comedor.

Acomodé mi bolso y me acerqué hasta donde se encontraba.

- ¿Qué tal está la comida hoy? - le pregunté apenas me senté frente a ella.

- ¡Dios! Me has asustado Irina - exclamó tras darle un sorbo a su vaso de refresco.

Solté una risa y cogí una papa frita de su plato. El menú de hoy se veía apetecible.

- ¿Por qué no has venido a la clase del profesor de ética profesional? - preguntó tras comer un pedazo de milanesa.

- He estado haciendo mis planificaciones para toda la semana, ya sabes que eso me lleva horas de trabajo.

Lo complicado de estudiar la carrera de educación era realizar continuamente las planificaciones de clases. Por suerte ya las había terminado.

- A mí me faltan solo dos sesiones, así que en la noche las terminaré. ¿No almuerzas?

Negué con la cabeza tras quitarle otra papa frita.

- Debo ir a la biblioteca, he quedado en ayudar a Frank con su ensayo de filosofía.

- ¿No entrarás a la próxima clase entonces?

- Si, luego te doy el alcance, me guardas asiento ¿Si?

- Obvio amiga.

Me despedí de Sara y salí del comedor.

La biblioteca a la hora del almuerzo parecía un desierto. Usualmente solía llenarse a partir de las 3:00 pm.

Le escribí un mensaje a Frank para avisarle que ya me encontraba en el segundo piso de la biblioteca. Conociéndolo seguro se había distraído por ahí con una chica de su facultad. Él era un joven muy social, justamente por su facilidad de comunicación fue que nos conocimos hace cuatro años en una celebración que organizó la universidad para dar la bienvenida a los nuevos estudiantes ingresantes. Si bien estudiábamos diferentes carreras profesionales, siempre encontrábamos algún horario disponible para vernos.

Recorrí varias filas de libros en busca de alguno con el que pueda entretenerme en lo que esperaba a mi amigo. Con todas las responsabilidades de la universidad apenas tenía tiempo para leer alguna lectura ajena a la carrera profesional.

Sujeté uno que llamó mi atención: El túnel. Tenía buenas referencias acerca de esa lectura.

- ¿Ernesto Sábato?

El libro se me resbaló de las manos y cayó al piso.

La profesora Zender se agachó y lo recogió, ¿en qué momento había llegado?

- Gracias - lo tomé nuevamente entre mis manos - Si, es un libro de ese autor.

- Es una lectura interesante, se la recomiendo.

La fijeza de sus ojos marrones sobre mi me impedían armar una oración coherente para continuar la conversación.

- ¿Usted ya ha leído este libro? - me atreví a preguntarle tras unos segundos.

- Si, por ello sugiero que usted también lo haga señorita Sanz.

- ¿Irina?

Frank se encontraba de pie en el otro extremo del librero. Justo ahora tenía que aparecer.

- Tengo que irme. Hasta luego profesora Zender - me despedí, perdiéndome al mismo tiempo en su mirada una vez más.

- Hasta luego Irina.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora