CAPÍTULO XXXV

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Ni el fuerte dolor de cabeza desestabilizaba tanto mi ser como verla a ella de pie firmemente al lado de la cama.

En silencio, tomé las pastillas que reposaban sobre la mesa de noche y las tragué junto a un poco de agua.

- ¿A qué hora es? - aparté la cobija que envolvía mi cuerpo.

- Once de la mañana - sonrió levemente- ¿Quieres qué te prepare algo de comer?

- No, gracias.

Aparté los ojos de ella y salí de la cama escapando de su cercanía.

- Lo mejor será que me vaya, ¿dónde está mi bolso?

- Quédate, Irina.

Me exasperaba escuchar sus pasos detrás de mi por cada parte de la habitación mientras buscaba el bolso.

- Basta - el toque de su mano sobre mi brazo me detuvo en seco - ya me cansé de que estés evitándome. Esto no puede seguir así.

Mis ojos aterrizaron directamente en su mejilla. Bastaba verla un segundo para que la sensación de culpa volviera a invadirme por dentro.

- Lo siento, tienes razón, no es justa para ti esta situación.

- Hablemos. Cuéntame porque estás actuando así conmigo. Quiero entenderte, Irina.

Me deshice de su agarre sutilmente mientras procesaba mis próximas palabras.

- Ya no es bueno que sigamos juntas. Hay que terminar nuestra relación.

El rostro confundido de Danna me hizo confirmar que en verdad había pronunciado la desastrosa frase que rondaba mi cabeza durante estos días. Y no sabía qué resultaba peor, si haberla dicho o ser consciente que no me arrepentía de la decisión que acababa de tomar.

- ¡¿Qué?! - exclamó ofuscada - ¿Terminar? ¿Por qué? ¿Acaso es por lo sucedido con tu padre? Si es por eso, ya te dije ayer que no pienso dejarte sola.

- No quiero que te involucres en mis asuntos, Danna, así que espero que comprendas mi decisión.

- ¿Cómo esperas que comprenda algo así? - espetó alzando el tono de su voz - Justo ahora es cuando más debemos permanecer juntas para enfrentar las situaciones adversas que se presentan en el camino, sin embargo, tú prefieres alejarme de tu lado contra mi voluntad.

- Danna, por favor, entiende que solo intento que no te suceda algo malo. Tú no lo conoces, él es peligroso. Es mejor que estemos alejadas.

- La policía lo detendrá pronto. Te puedes quedar aquí junto a tu madre, este lugar es más seguro que el departamento en el que vives. No tenemos porque separarnos.

- Perdón, pero no pienso cambiar de opinión.

Un hincón atravesó mi pecho al ver algunas lágrimas caer de sus ojos. No podía sentirme más miserable.

- ¿Y lo que sentimos en dónde queda? ¿Qué hago con mi amor por ti? ¿Pretendes que nuestros sentimientos se evaporen de la noche a la mañana como lo estás haciendo con esta relación?

Me armé de valor y salí de la habitación antes de terminar confesando que mi amor por ella no tenía fecha de caducación. Qué si ahora estaba haciendo eso era solo para evitar que mi padre volviera a lastimarla.

Aunque sonaba irónico que en estos momentos la que la estaba lastimando, era yo.

- ¿No dirás nada, Irina? ¿De está forma terminará todo?

Su cuerpo bloqueó mi camino en el preciso instante que tomé mi bolso del sofá.

El caos mental no me dejaba articular ninguna palabra coherente.

De un momento a otro sus labios rozaron fugazmente los míos dejándome perpleja.

- Bien, si así lo has decidido, respetaré tu voluntad. Fue un gusto conocerla, señorita Sanz.

Las lágrimas que había estado reteniendo salieron sin control de mis ojos.

- Danna...

- Ya que entre las dos no habrá más ningún vínculo, le pido que no vuelva a tutearme. Ahora, por favor, retírese de mi casa.

Con la mirada clavada en el piso caminé hacia la salida y abandoné su casa.

***

***

Hice un esfuerzo por dejar mis pensamientos a un lado y prestar atención a las palabras que decía mi madre. La información parecía importante, pero por alguna razón no lograba procesar ninguna frase. Quizás se debía a que mi mente solo tenía espacio para reproducir como disco rayado la decisión fatal que había tomado hace días.

- ¿Irina? ¿Has escuchado lo que acabo de decir?

El chasquido de sus dedos frente a mi rostro me hizo reaccionar.

- Lo siento, estoy algo distraída.

- Así has estado durante toda la semana.

- No he estado durmiendo bien, probablemente sea por eso.

- Sabes bien que no estás así solo por la falta de sueño.

Me incliné hacia ella y la abracé rompiendo en llanto.

- Me siento mal. mamá. Creía que había tomado una decisión correcta, pero ahora no sé si actué mal. Me duele mucho el pecho, siento que mis pensamientos intrusivos quieren acabar conmigo.

- Hace días he estado buscando información y he encontrado un consultorio de psicología con buenas referencias. Mañana tenemos una cita.

- ¿De verdad?

- Si, hija. También necesito ayuda, ambas hemos pasado por mucho con tu padre, debemos acudir con un profesional para que nos ayude.

- Gracias por estar conmigo en estos momentos.

- Gracias a ti, por permitirme seguir presente en tu vida pese a que no he sido una buena madre - me separé un poco de ella al escuchar su voz entrecortada - te arrastré a mi infierno durante tantos años sin darme cuenta del daño que te estaba haciendo. Perdóname, hija.

Volví a abrazarla fuertemente.

- No te preocupes, saldremos adelante juntas. 

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora