CAPÍTULO XXXIX

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La sensación de calma que me transmitía su abrazo reconfortaba mi cuerpo de una manera inimaginable. Todo era una revolución cuando se trataba de ella, incluso el tiempo. Pues los minutos no parecían transcurrir entre las dos hasta que un leve carraspeo proveniente de sus labios me avisó que el momento mágico había finalizado.

Danna se separó retrocediendo unos pasos y clavando sus ojos marrones otra vez en mi. 

- Tengo agua oxigenada en la guantera de mi auto, si no quiere ir a enfermería al menos debería echarse un poco en la herida.

Sin esperar mi respuesta se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia el estacionamiento. Intenté acoplarme a su lado, pero con los pasos apresurados que daba terminé quedándome detrás suyo perdiendo mi atención entre las curvas de su cuerpo...

- ¿Danna? - mis ojos buscaron a la mujer que acababa de aparecer en nuestro camino.

No la conocía, aunque por la vestimenta formal que llevaba puesta probablemente trabajaba en alguna oficina de la universidad.

- Justo iba de camino a buscarte para irnos - respondió Danna entregándole los papeles que sujetaba en sus manos, los mismos que minutos antes yo había hecho caer por accidente.

¿Se iban a ir juntas? Escaneé por completo a aquella mujer de cabellera rubia. Diversas ideas comenzaban a invadir mis pensamientos mientras intercambiaban palabras que no lograba descifrar por estar imaginando algún vínculo en común que las uniera.

En el instante que me percaté que la mujer cogió el brazo de Danna con demasiada confianza caí en cuenta que debía dejar de verlas. Si permanecía ahí por más tiempo el hervor que comenzaba a sentir en la sangre se iba a desbordar de mi cuerpo.

- ¿A dónde va señorita Sanz? - la escuché decir al pasar por su lado. Sin embargo, decidí omitir su comentario y continuar enfocada en mi camino.

- Le estoy hablando... - no podía ser cierto, ¿venía detrás de mí? - Tiene que curar su herida.

- Es solo un raspón, no importa.

- Claro que importa, ¿puede detenerse un momento? No es grato hablar de esta manera.

Tampoco fue grato lo que yo acababa de presenciar.

- ¿Va a decirme algo más? - giré cruzándome con su imponente figura otra vez.

- Tengo mucho que decirle.

La respiración se me entrecortó. De todas las posibles respuestas, esa era la última que esperaba oír de su parte.

- ¿Danna? ¿Quieres que vaya yendo a la casa?

Ambas dirigimos la mirada hacia la mujer de cabello rubio que permanecía unos metros más atrás.

¿Ir a casa?¿Vivían juntas?

- Ahora regreso.

Danna se acercó a la mujer, sacó algo de su bolso y se lo entregó ¿acaso eran llaves? ¿En verdad tenían tanta confianza?

- ¡Buenas noches! - La mujer rubia pasó por mi lado con una enorme sonrisa dejándome perpleja con su saludo.

- El auto está cerca, vamos - dijo Danna señalándome la dirección del estacionamiento.

Apenas llegamos a su auto, ella abrió la puerta del copiloto haciendo un gesto con la cabeza para que ingrese.

- Prefiero sentarme atrás - avisé sin moverme. Aún traía la imagen de esa mujer en la cabeza, ¿Debía preguntar por ella? No, no era pertinente, recién estábamos volviendo a interactuar.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora