CAPÍTULO XVI

882 61 2
                                    


- ¿Te quedarás aquí los noventa minutos? - preguntó André tras salir del salón unos minutos después.

- ¿Hay algo mejor que hacer?

- ¿Un cigarro?

Estiré mi brazo para que me ayude a levantarme del piso.

- ¿A dónde se van? - la voz de Arturo nos detuvo en seco.

- ¿Te interesa, Sandoval? - le respondió André llamándolo por su apellido - ¿Puedes venir con nosotros si quieres?

- La profesora Zender fue clara al decir que no podíamos salir de la facultad.

André blanqueó los ojos.

- Solo iremos a fumar un rato, en unos minutos estaremos de regreso - intervine con la intención de dar por finalizada la conversación.

- Lo pueden hacer después del examen, más bien ahora porque no aprovechan en estudiar.

- Tú no eres nadie para decirnos que hacer - atacó André con el semblante serio.

- Tranquilo, solo los estoy aconsejando - se defendió Arturo manteniendo la calma.

André se dio media vuelta y comenzó a caminar.

- Vamos, Irina, no le hagas caso a este tonto.

Fui detrás de él para detenerlo.

- No quiero tener problemas, lo mejor será que nos quedemos. Arturo es partidario de la profesora Zender, seguro le avisará si nos vamos.

- No me interesa, entonces iré yo solo.

Regresé hasta donde estaba Arturo sentado leyendo un libro. No podía negar que admiraba su voluntad para estudiar.

- Solo serán unos minutos - me agaché a su altura - ¿Puedes no decir nada esta vez?

- De acuerdo, Irina - cerró su libro - Pero te pediré algo a cambio.

- ¿Qué quieres? Si se trata de Sara, de una vez te digo que...

- No, nada que ver con Sara. Te lo diré otro día, solo promete que vas a cumplir.

¿Sería capaz de pedirme algo malo? No, él no era esa clase de persona.

- Está bien, lo prometo. Gracias.

Conocía a Arturo desde el primer año de la universidad, y aunque había dejado de hablar con él a partir del día que terminó su relación con Sara, es decir, medio año atrás. Ambos éramos conscientes de que existía un respeto marcado entre los dos, por la amistad que tuvimos en el pasado.

André se encontraba recostado en el tronco de un árbol con los ojos cerrados.

- Pensé que estarías fumando - me acomodé a su lado.

- En realidad no soy tan fan de los cigarros - respondió sin abrir los ojos - ¿Soy deportista, lo recuerdas? Pero sé que a ti si te gustan.

- ¿Y cómo lo sabes?

- Te he visto aquí unas cuantas veces fumando solitariamente. Por si no lo sabías, a partir del segundo piso de la biblioteca se observa perfectamente esta zona.

¿Qué?

- No te creo, ¿Enserio se ve desde la biblioteca? Y yo que pensaba que este era un lugar secreto, que nadie transitaba ni observaba.

André abrió los ojos y me sonrió.

- Bueno, no es secreto porque también lo conozco. Por cierto, ¿qué haces aquí? Pensé que no querías meterte en problemas, ya sabes por lo que pasó con Sandoval.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora