CAPÍTULO XXI

958 61 3
                                    

La biblioteca se había convertido hace un mes en mi principal centro de refugio dentro de la universidad. La mejora de mi desempeño estudiantil era evidente desde que pasaba los ratos libres con Arturo repasando los temas abordados de las asignaturas mediante organizadores visuales y resúmenes que optimizaban mi comprensión.
Compartir el tiempo con Arturo me agradaba, volverlo a frecuentar me hacia recordar los primeros años de la universidad cuando aún manteníamos un lazo de amistad y junto a Sara nos perdíamos horas dentro de la biblioteca tonteando entre libros mientras realizábamos los trabajos de grupo. Realmente lo pasábamos bien juntos. Lamentaba que todo se haya ido a la borda tras el término de su relación.

Leí nuevamente la hoja de apuntes que reposaba sobre la mesa. Resalté con un plumón dos palabras claves que se relacionaban netamente con el título del tema.

Arturo carraspeó a mi lado. Supuse que iba a hablar.

- Te haré un examen de simulacro.

- ¿Qué? - lo miré sin entender a qué se refería.

- Mañana es el examen con la profesora Zender, necesito verificar si estás preparada.

Solo a Danna se le ocurría hacernos venir un sábado en la mañana a rendir el examen de recuperación de su asignatura. Bueno, qué más se podía pedir, después de todo ella nos estaba haciendo un favor al darnos la oportunidad de recuperar puntos en su asignatura.

Observé la hoja que Arturo sacó de un folder negro. Tenía tal cual el aspecto de un examen.

- Eres increíble - expresé sinceramente - gracias por tomarte el tiempo de elaborar actividades, fichas e incluso el examen de ahora, significa mucho para mí.

- No te preocupes - sonrió - sabes que te aprecio, además no quiero que la profesora Zender piense que soy un mal tutor.

El aprecio era mutuo.

- ¿Tanto te interesa su opinión?

- Es una persona agradable - respondió brevemente - Hay que iniciar con el examen.

Empecé a leer cada pregunta. De vez en cuando desviaba mi mirada de la hoja y la perdía entre los estudiantes que se encontraban en la mesa de al frente y Arturo leyendo concentrado un libro a mi costado ¿Por qué me distraía en momentos serios? Hice un esfuerzo por mantenerme concentrada el resto de los minutos.

- Terminé - anuncié dándole la hoja.

Sus ojos me escudriñaron con desconfianza.

- He revisado las respuestas dos veces y puedo asegurar que la mayoría está bien.

- Eso espero.

Sonreí ampliamente al ver los resultados.

- ¡Enhorabuena, Irina! Fallaste en una pregunta, pero lo demás está correcto.

- ¿Estoy preparada entonces?

- Más que lista. Sé que te irá bien mañana.

Recogimos nuestros apuntes y salimos de la biblioteca rumbo al quiosco de la universidad. Compramos dos vasos de café con leche y nos dirigimos a las mesas del área de descanso.

- ¡Hola, chicos! - ambos buscamos la mesa de donde provenía la voz.

No hizo falta buscar mucho, en cuanto vi a la profesora Echevarría alzando la mano deduje que ella fue quién nos saludó. Caminamos a la par hasta su mesa.

- ¡Buenas tardes! - la saludé con una sonrisa, seguida de Arturo.

- ¿Cómo están? Siéntense.

Él agarró una de las sillas vacías y se acomodó rápidamente. Imité su acto.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora