CAPÍTULO X

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- Cambia esa expresión - miré nuestros rostros enfocados en la pantalla de su celular - hay que tomarnos una foto para tu amiga.

- ¿Has hablado con Sara? - le pregunté tras sonreír para un par de selfies.

- Le escribí contándole que nos sacaron del aula.

- Y mencionaste, el ¿por qué?

- Solo era una partida de Ludo - soltó con tanta ligereza, como si no le preocupara lo que nos esperaba afrontar dentro de unos minutos.

La puerta del aula se abrió y nuestros compañeros comenzaron a dispersarse hacia la salida de la facultad.

André se puso de pie y me tendió la mano para que me levantara del piso dónde habíamos estado sentados varios minutos.

- Entremos con la cabeza en alto, Irina - sonreí ante la ocurrencia que acaba de decir.

La profesora Zender se encontraba sentada en su escritorio escribiendo en unas hojas. Toqué la puerta para captar su atención.

- Pasen - ni siquiera se había inmutado por el toque - siéntense en la primera fila.

André y yo nos sentamos juntos en el pupitre que estaba frente a su escritorio. Ella continuaba escribiendo.

- ¿Acaso nos ignora? - susurró André en mi oído al ver que pasaban los minutos y ella seguía haciendo lo suyo.

Me encogí de hombros sin saber que responderle, aunque sabía que tenía razón. Ahora mismo éramos invisibles ante los ojos de la profesora Zender.

André tosió un par de veces.

- Profesora... - habló - Irina y yo lamentamos lo sucedido en su clase, ¿puede devolvernos la Tablet? Es algo tarde y debemos irnos.

Ella dejó de escribir y se puso de pie, rodeó su escritorio y se plantó delante de nosotros. No podía descifrar la mirada que le dirigía a André.

- Retírese - expresó brevemente tras darle la Tablet.

André se paró y me guiñó el ojo con descaro.

- Vamos, Irina.

- La señorita Sanz aún se queda - la profesora Zender se colocó en la puerta esperando que él saliera.

- Ahora salgo, espérame afuera - le dije a André antes de que abandonara el aula.

La puerta se cerró.

La miré expectante, imaginando las palabras que pronto saldrían de sus labios pintados de color nude.

Mis latidos del corazón incrementaron a medida que se acercaba, su andar lento comenzaba a desesperarme. Parecía disfrutar que tuviera mi total atención puesta en ella.

Se sentó de lado en el asiento vacío que había a mi costado. Imité su postura para verla mejor.

- ¿Acaso le gusta André Vásquez?

Me quedé perpleja. ¿Qué tontería acababa de soltar?

- ¿Qué?

- No me haga repetir la pregunta, Sanz.

Me percaté del movimiento constante que hacía con una de sus piernas. ¿Tenía un tics nervioso?

- No quiero que la repita, pero me sorprende que pregunte algo así cuando eso compete a mi vida personal - me estaba yendo por las ramas cuando simplemente podría responder que no me gustaba André, pero quería saber el porqué de su interés repentino en mi.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora