CAPÍTULO XXVII

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Me metí junto a Sara entre la multitud de personas reunidas en una parte del campus.

Vi a Sara mover los labios diciendo algo, pero no logré escucharla debido al volumen alto de la música que salía de los parlantes.

- ¿Qué dijiste? - grité.

- Es un bailetón.

Moví mi cabeza asintiendo.

Varios estudiantes bailaban al ritmo de la música mostrando sus mejores pasos. Al parecer la universidad había organizado el baile con finalidad publicitaria. Ya que distintos stands de productos rodeaban las áreas verdes.

- Hola chicas - saludó Arturo haciéndose espacio a nuestro lado - ¿Quieren bailar?

- ¿Vamos, Irina?

El género de la música cambió a un ritmo lento, de un momento a otro los presentes en la pista de baile se acoplaron en parejas.

- No quiero ser mal tercio - bromeé - vayan ustedes, yo les haré barra.

Sara me sacó la lengua antes de irse con Arturo a bailar. Desde la plática que tuvieron hace días aclarando sus diferencias, Arturo se esmeraba por recuperar su confianza. Poco a poco lo iba logrando.

Sonreí al ver a Arturo haciendo todo lo posible por no pisarle los pies a Sara. Definitivamente el baile no era su punto fuerte.

Giré de inmediato al sentir un roce en mis hombros.

- ¡¡André!! - chillé empujándolo hacia atrás - casi me das un infarto.

- Te vi mientras paseaba por los stands, así que pensé en ofrecerme a comprarte algo.

Alcé las cejas maravillada.

- ¿Cualquier cosa?

- Si no escapa de mi presupuesto, por supuesto.

Nos apartamos de la multitud y caminamos por los stands. Dimos una vuelta observando la diversidad de productos que ofrecían, tales como: objetos de belleza, bisutería y ropa.

El stand de postres me sedujo completamente.

- ¿Un crepé de Nutella con fresas? - lo miré esperando su aprobación.

André le pidió el crepé a la vendedora y canceló la cuenta. Salí afuera del stand a esperarlo, pues la fila comenzaba a ocuparse.

Aún hasta aquí se oía con claridad la música pop del bailetón. Conociendo a Sara y Arturo seguro continuaban metidos ahí.

- ¡Uy! - expresó André colocándose a mi lado - por fin ponen una música de salsa.

La voz de Chichí Peralta comenzó a oírse en los altavoces.

- Procura seducirme muy despacio... - tarareó - ¿Bailas conmigo?

- ¿Aquí? - fruncí el ceño.

- Si, tenemos más espacio.

Tomé su mano extendida y él me dio una vuelta. Sincronizamos nuestros pasos en unos cuantos movimientos y bailamos al ritmo de la melodía. No tardé en darme cuenta de lo buen bailarín que era al evidenciar la facilidad con la que su cuerpo me guiaba al compás de sus desplazamientos. Entre vuelta y vuelta me percaté de que algunas personas comenzaron a rodearnos. El color subió a mis mejillas considerablemente.

- Nos están viendo, André.

- Pues que miren. Lúcete que estás bailando muy bien.

Evité volver a mirar alrededor y continuamos bailando hasta que la música finalizó.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora