La claridad del sol se filtraba por la ventana apuntando directamente a mi rostro. Llevaba varios minutos despierta sin moverme de la cama pensando en lo ocurrido la noche anterior.
Había besado a una mujer.
Había besado a Danna Zender.
Un cosquilleo invadió mi pecho al imaginar los besos compartidos entre nuestros labios.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos al escuchar unos pasos caminando en el pasillo.
Salí de la cama y acomodé la cobija.
Miré mi aspecto en el espejo del cuarto de baño, el moretón de mi mejilla mantenía el tono azul y violeta, aunque la hinchazón considerablemente se veía menos inflamada. Tras lavarme el rostro con cuidado, usé la pasta dental y el cepillo nuevo que me ofreció Danna antes de dejarme en la habitación de invitados. Ambas estábamos de acuerdo en no actuar de manera acelerada; el que hayamos compartido unos besos no significaba que íbamos a lanzarnos a dormir juntas la primera noche.
Si bien el cuerpo de Danna era un deleite total digno de apreciar que me hacía perder el juicio cada vez que la tenía cerca; iba a controlarme. Antes de dejarme llevar por el deseo, necesitaba conocer a Danna Zender. Conocerla más allá del título de "Profesora Zender", ese perfil ya lo conocía a la perfección. A mí me interesaba saber de la verdadera mujer que se escondía bajo esa careta sería que vendía en la universidad, porque al igual que ella, yo también sentía que algo bueno podía surgir entre las dos, pero para ello debíamos preveer con cautela nuestros siguientes pasos, considerando la situación de profesora - alumna en la que nos encontrábamos.
Me asomé al espacio contiguo. Danna estaba en la isla de la cocina untando mermelada con un cuchillo a una tostada. Una sonrisa apareció en su rostro al notar mi presencia.
- ¡Buenos días! - saludó haciendo una seña para que me siente a su lado.
Le devolví el saludo mientras observaba su vestimenta formal a medida que me acercaba donde ella.
- ¿Ya vas de salida hacia la universidad?
- Si, tengo que salir dentro de unos minutos - me ofreció una tostada - como te habrás dado cuenta ayer, la distancia es amplia hasta llegar ahí.
- Mi departamento queda de camino a la universidad, ¿me puedes llevar? no conozco bien esta zona - le di un mordisco a la tostada, esperando su respuesta.
- No pensaba irme de aquí sin ti, Irina.
Sentía como un leve sonrojo inundaba mis mejillas, sus ojos sobre mí no ayudaban a apaciguar la emoción que revoloteaba por dentro.
- He preparado café, ¿te sirvo una taza o prefieres jugo? - preguntó tras un breve silencio.
- Un vaso de jugo estaría bien.
Asintió con la cabeza y se dirigió a la nevera.
- Por cierto, tu celular ha sonado varias veces, deberías revisarlo.
Caminé hasta el sofá y busqué el celular dentro de mi bolso. No lo había revisado desde ayer. Apenas lo encendí vi la fila de llamadas perdidas en la barra de notificaciones. El nombre de Rodrigo figuraba en cada una de ellas.
¿Le habría sucedido algo? ¿Debería devolverle la llamada?
Leí los diez mensajes enviados de su parte, la mayoría expresaba lo mismo; que nos reunamos y conversemos sobre lo sucedido entre nosotros, que podíamos solucionarlo, que me amaba...
- ¿Todo está bien? - me sobresalté al escuchar la voz de Danna a pocos metros de mí.
- Si - le mentí.
ESTÁS LEYENDO
DESDE QUE LA VI
RomanceSus ojos marrones despertaron una parte que desconocía de mi. Sensaciones que antes no había experimentado. Todo cambió desde que la vi.