Busqué torpemente el celular por la cama. No soportaba seguir escuchando el ruido estruendoso que emitía. Iba a matar a quien estuviera al otro lado de la línea interrumpiendo mis pocas horas de sueño.
El único ojo que tenía abierto se cerró ante la claridad del brillo de la pantalla. Deslicé el botón verde como pude.
- ¿Aló?
Aparté el celular de mi oído al escuchar música de fondo. Me froté los ojos y miré bien la pantalla. Era una llamada de Rodrigo.
- ¿Aló, Rodrigo? - repetí alzando la voz.
- ¿Hola? ¿Irina? - el sollozo que logré percibir al otro lado de la línea provocó que me sentará de un solo movimiento en la cama.
- Si, ¿Quién habla?
- Mi nombre es Carla, sé que no me conoces, pero soy amiga de Rodrigo - un grito ajeno se oyó de fondo - Estoy en su departamento, ¿Puedes venir, por favor?
- ¿Qué sucede? Pásame con Rodrigo, quiero hablar con él.
- Necesita ayuda...tienes que venir.
La llamada se cortó.
¿Qué tontería había cometido ahora Rodrigo?
Mientras esperaba el ascensor, revisé el celular en búsqueda de algún rastro suyo en las redes sociales. Cero publicaciones.
Toqué el timbre del departamento apresuradamente. Cada segundo de espera se me hacía eterno. ¿Por qué se demoraban tanto en abrir?
Ver a Erick parado al lado de la puerta con el torso desnudo me erizó la piel. Qué el estuviera ahí no significaba nada bueno para Rodrigo.
- No es hora de visitas - soltó bloqueando la entrada con su cuerpo.
- Muévete o llamaré a la policía.
- Uy, que miedo - se rió fríamente - lárgate de aquí, Rodrigo está bien, déjalo disfrutar.
Quería golpearlo, su cinismo sobrepasaba mi cordura.
- Rodrigo nunca está bien cuando se encuentra cerca de ti o Liam, así que, apártate que voy a entrar a verlo.
- Adiós - cerró la puerta en mi cara.
Golpeé varias veces la puerta para que me abriera. De un momento a otro se abrió, logré visualizar una larga cabellera negra antes de que desapareciera entre gritos.
- Entra rápido - reconocí esa voz. Era la misma de la llamada.
Erick la estaba abofeteando duramente en el piso, mientras le repetía una y otra vez lo estúpida que era por haberme abierto la puerta. Ella solo emitía alaridos de dolor e intentaba defenderse arañando sus brazos.
- Déjala imbécil - le golpeé en la cabeza con un vaso de vidrio que encontré cerca.
Un chorro de sangre comenzó a descender de su nuca. En cuanto ví mi mano, también estaba sangrando por los cortes del vidrio roto. Erick se puso de pie tambaleante, las escleróticas rojas de sus ojos me alertaron que estaba bajo los efectos de alguna sustancia. Reaccioné tarde a su movimiento, uno de sus puños había chocado en mi mejilla derecha dejándome inmóvil con un hilo de sangre cayendo por la boca.
- Par de locas - gruñó caminando hacia la puerta - me largo de aquí.
Cerré con seguro la puerta del departamento apenas Erick se fue. Caminé hacia la mujer que aún se encontraba en el piso y me senté a su lado.
- ¿Carla? - pronuncié.
Ella asintió encogiéndose aún más. Abrazaba fuertemente sus piernas con sus brazos sin dejar de llorar. Limpié los rastros de sangre de mis labios en mi polera y observé el desastre de color rojo que había regado en el piso. Quise vomitar, esa escena solo me traía recuerdos no gratos de mi vida familiar, recuerdos del maltrato físico que había enfrentado desde pequeña y que aún de grande me perseguían como fantasmas listos para asustarme cuando comenzaba a creer que podía vivir de nuevo sin ningún tipo de violencia.
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DESDE QUE LA VI
RomanceSus ojos marrones despertaron una parte que desconocía de mi. Sensaciones que antes no había experimentado. Todo cambió desde que la vi.