CAPÍTULO XXVIII

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Con los ojos entrecerrados miré la hora en el reloj digital que reposaba en la mesa de noche al lado de la cama. ¡6:10 am! ¡No podía ser! Tenía que apurarme para llegar a tiempo a la práctica preprofesional.

Intenté zafarme con cuidado del agarre de Danna alrededor de mi cintura.

- ¿Qué sucede? - se quejó aún con los ojos cerrados. Su brazo aflojó el agarre de mi piel. Giré en dirección a ella viéndola.

- Es tarde - comenté apartándole del rostro un mechón de cabello - debo llegar a las 7:15 am al colegio.

Danna se frotó los ojos y los abrió pesadamente.

Esos ojos marrones me desarmaron en mil pedazos.

Contemplé en silencio las facciones de su rostro a detalle. Incluso recién levantada se veía bien, esa mujer era sorprendente.

- Dime que piensas - su sonrisa me volvió a armar en una sola pieza.

- Pienso en lo afortunada que soy justo ahora al tenerte a mi lado.

Su mano abandonó mi cintura y acarició mi mejilla, un instante después nuestros labios se unieron en un beso lleno de sentimientos.

- ¿Dónde queda el colegio en el que realizas tus prácticas? - preguntó mientras me daba una toalla del armario.

- A unas cuadras de la universidad, pero planeaba ir primero al departamento y cambiarme de ropa - señalé mi torso semidesnudo, a duras penas había logrado rescatar mi ropa interior y jeans tirados en el otro extremo de la habitación, no recordaba en qué lugar se hallaba mi blusa. Danna en cambio llevaba una camiseta oversize que le tapaba parte de los muslos.

- Puedo prestarte unas prendas no tan formales, así ahorramos tiempo en llegar.

- Está bien.

Usé la ducha de su habitación en lo que ella se iba a la de invitados. Los minutos nos estaban jugando en contra, debíamos apurarnos.

Me vestí rápidamente con la ropa que me dejó en la cama que constaba de un jean azul y una camiseta manga larga negra.

Visualicé a Danna de pie en la entrada de la puerta tan impecable como siempre con su traje formal, sosteniendo mi bolso en la mano.

- Guardé tu blusa en el bolso, estaba en el sofá - dijo tras entregármelo.

La imagen de las dos sobre el sofá besándonos atacó mi mente.

- Esa ropa te queda mejor a ti que a mí - besó mi mejilla con cariño.

El tráfico de la carretera no podía ser peor. Llevábamos más de diez minutos sin movernos.

- Oficialmente tendré mi primera tardanza en el colegio.

- No digas eso, voy a tomar un desvío en la siguiente avenida, llegarás a la hora precisa.

Hurgue en el bolso en búsqueda de mi celular. Tenía tantas cosas metidas, entre ellas mi ropa, que se complicaba encontrarlo.

- ¿Qué es esto? - saqué un recipiente pequeño de plástico. No era mío.

- Se suponía que no debías encontrarlo ahora - dijo ella mirándome - Ya que no hemos tenido tiempo de desayunar, te he picado fruta para que luego la comas.

¿Alguna vez esa mujer dejaría de sorprenderme?

- Gracias por preocuparte - le di un casto beso en los labios.

El desvío de camino resultó ser un éxito. Unas pocas cuadras más y llegaríamos al colegio.

Decidí resolver mis dudas sobre lo que Danna contó la noche anterior. Si no se lo decía ya, seguramente lo olvidaría.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora