Tras platicar sobre lo sucedido, mi madre y yo llegamos al acuerdo de mudarnos a otro edificio. El lugar donde vivía no contaba con seguridad, así que no era apropiado continuar ahí.
- Tu celular está sonando nuevamente, Irina - avisó mi madre en voz alta.
- Ya salgo.
Terminé de colocarme las zapatillas y salí de la habitación.
- Debo ir a trabajar - le informé entrando a la cocina. Hace un buen rato llevaba preparando una tarta de manzana - cualquier cosa que suceda, me llamas, ¿está bien?
- Si, ve tranquila. Cuídate.
- No le abras a nadie.
Tomé el celular que reposaba encima de la mesa del comedor y lo guardé en mi bolso.
- ¡Irina!
- ¿Qué pasó? - regresé a la cocina.
- Devuélvele la llamada, por favor. Deja de evitar hablar con ella.
Asentí levemente y salí del departamento.
De camino al restobar saqué el celular del bolso y revisé las notificaciones. Tan solo con leer el nombre de Danna el corazón me daba un vuelco. Dude un instante en devolverle la llamada o al menos escribirle, pero no lo hice. Teníamos que seguir de esta manera.
El ajetreo de los preparativos en el trabajo me ayudaron a mantener la mente ocupada durante varias horas. Por suerte, estaba encargada de la parte decorativa del restobar junto a Óscar y Laura. Así que, no resultó complicado enlazar nuestras ideas y acordar un estilo pertinente para la celebración.
Luego de salir del trabajo, Sara apareció en la entrada del restobar dispuesta a arrastrarme consigo a la fiesta que había organizado Arturo en su casa de playa.
- Es poco más de media noche, esa fiesta ya habrá terminado - me quejé.
- Te equivocas, acaba de comenzar. ¡Vamos! El taxi está esperándonos.
- Sara, te conté lo que ha pasado. No tengo ánimo de ir a una fiesta.
- Necesitas distraerte y dejar de auto sabotearte con tus pensamientos. Divertirte un rato ayudará a qué te sientas mejor.
Resoplé y subí al taxi sin decir nada.
- Verás que la pasaremos estupendo - me abrazó con una enorme sonrisa apenas se sentó a mi lado.
- ¡¡Llegaron!! - saludó Arturo dándonos la bienvenida a su casa.
Observé rápidamente a los demás presentes, comprobando que casi todos nuestros compañeros estaban presentes en la fiesta.
Cómo no quería hacer mal tercio entre Sara y Arturo, terminé uniéndome a Luisa y unos compañeros más en la barra de bebidas.
- ¿Por qué no ha venido Jimena? - le pregunté interesada.
- Tenía programado un viaje con su familia. Hoy se ha ido, volverá en una semana.
- Entiendo. ¿Qué es lo que estás bebiendo?
- Whisky ¿Te sirvo uno?
- Ya - acepté.
- ¿Qué tal las calificaciones, ya viste tu correo?
- Si, aprobé el semestre. ¿Y tú?
Recibí el vaso de whisky que acababa de servir.
- También. Jimena y yo estábamos preocupadas por la asignatura de la profesora Zender, pero al final logramos aprobar, aunque sea con la nota mínima.
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DESDE QUE LA VI
RomanceSus ojos marrones despertaron una parte que desconocía de mi. Sensaciones que antes no había experimentado. Todo cambió desde que la vi.