CAPÍTULO XXXVI

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No resultaba emocionante regresar a la universidad después de tres semanas. Más aún, si cada espacio de ese lugar me recordaba a ella.

Apenas era medio día y el comedor ya estaba rebalsando de personas. Por suerte, había almorzado con mi madre, así que al menos por hoy no tendría que enfrentarme con otros en búsqueda de un asiento libre para comer.

El silencio de la facultad me asombró, usualmente las músicas infantiles sonaban a todas horas dentro de las aulas del primer piso, que era donde se ubicaban los primeros ciclos de la carrera de educación. 

- ¡Señorita Sanz!

Giré rápido hacia el lugar de donde me habían llamado. Susy se encontraba de pie en el primer escalón de la escalera que llevaba al segundo piso.

- Hola Susy. Justo iba de camino a buscarte.

- Solo quería comunicarte que ya cancelaron los pagos de tu pensión y también el de la matrícula de este semestre. ¿Tienes tiempo de ir a la oficina?

- Yo no he cancelado nada. ¿Quién lo ha hecho?

Con el tema del alquiler a un nuevo departamento y la mudanza, el dinero que había ahorrado durante el trabajo se fue directamente a esos asuntos y ahora era imposible pagar la matrícula; por lo que iba a comentar mi situación económica para que al menos me dejaran ingresar a las clases en lo que cancelaba el pago correspondiente.

- Conversemos en la oficina, por favor.

Asentí y subí detrás de ella.

Me senté en un asiento frente a su escritorio esperando que terminará de ordenar unos papeles.

- No puedo decirte quien ha cancelado el pago. Es confidencial.

¿Confidencial?

- Si no me dices quién ha sido, entonces no lo voy a aceptar.

- Lo siento. Ya ha sido efectuado y no se puede dar marcha atrás. Te voy a inscribir en las asignaturas de este semestre, espera aquí unos minutos porque necesito tu firma.

- Susy, dime quién es.

Su silencio como respuesta mató mis intentos de seguir insistiendo en sacarle siquiera la inicial del nombre de la persona que me había ayudado.

Las clases pasaron entre un abrir y cerrar de ojos entre las típicas presentaciones de los cursos y de los sílabos académicos.

- ¡Irina! - la voz de Sara me hizo frenar en seco a medio campus - ¿Por qué te vas sin despedirte?

- Tengo que ir al trabajo.

- Eso nunca ha sido excusa para que te vayas sin decir algo. ¿Por qué no me has respondido los mensajes y llamadas durante las vacaciones?

- He estado ocupada.

- Mi padre me comentó que no ocupaste la estancia del viaje que te regalé, ¿qué pasó?

El viaje... estaba tan emocionada por eso... estábamos...

- No tuve tiempo de ir. Otro día hablamos, Sara.

Solo alcancé a dar dos pasos antes de volver a detenerme. A unos metros se encontraba Danna Zender caminando hacia nuestra dirección con la mirada clavada en el césped.

Verla nuevamente desestabilizaba cada fibra de mi ser.

- Profesora Zender, ¡buenos días! - la saludó Sara.

- Buenos días Díaz - ese tono apagado sin un atisbo de energía removió mi interior.

La esperanza de que levantara el rostro para mirarme o al menos mirase a Sara por cortesía quedó desechada en el instante que continuó su camino sin detenerse.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora