CAPÍTULO XXVI

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Leí el mensaje que acababa de llegar a mi celular. Me sorprendí notablemente al leer el nombre del contacto, pues no esperaba recibir tan pronto una notificación suya.

- No voy a poder acompañarte... - miré a Danna que se encontraba atenta al volante. Íbamos de camino al karaoke.

- ¿Por qué?

- Mi madre ha ido a visitarme. Debo ir a mi departamento.

- ¿Todo está bien?

- Eso espero.

Danna tocó ligeramente su mano en mi muslo sin decir nada. Agradecí internamente su silencio el resto del trayecto.

Me despedí de ella antes de bajar del auto e ingresé al edificio donde vivía.

Los minutos dentro del ascensor se hicieron eternos hasta llegar a mi piso. Apenas puse un pie fuera visualicé a mi madre caminando inquieta de un lado a otro en medio del pasillo.

Sus brazos me envolvieron fuertemente durante unos segundos. Me fijé en la bolsa con envases descartables que sujetaba en su mano.

- He traído comida china para que comamos.

Asentí con la cabeza y abrí la puerta del departamento.

Me sentí más tranquila al saber que la visita de mi madre no traía ninguna mala noticia escondida. solo quería verme y compartir un poco de tiempo conmigo. Además, de inspeccionar a detalle cada espacio del departamento, terminando su recorrido en el frigorífico. Aún seguía creyendo que no me alimentaba bien.

Tras una interminable conversación sobre los dulces y chocolates que tenía en el mueble de la cocina, los cuales olvidé guardar en la mañana; fue imposible hacerle cambiar de opinión de que en su próxima visita me llevaría "alimentos sanos". Conociéndola iba a traerme todo tipo de frutas y verduras.

Debido a la prontitud de la noche, mi madre se quedó a dormir, ambas compartimos la cama, ya que el departamento contaba exclusivamente con una habitación. El sonido de su respiración profunda me hizo saber que estaba dormida. Por alguna razón desconocida yo no lograba quedarme igual.

Di unas vueltas en la cama buscando una posición cómoda que me hiciera conciliar el sueño. El timbre del departamento me sobresaltó. A paso lento caminé hacia la entrada. Observé a través de la mirilla de la puerta para ver de quién se trataba.

En el instante que vi la silueta de Danna, abrí.

- ¿Interrumpo? - dijo apoyándose en el marco de la puerta.

Negué con la cabeza.

- ¿Cómo diste con el piso?

- Pregunté en recepción.

Claro, era lo más lógico. Qué pregunta ridícula había hecho.

- ¿Qué tal estuvo la salida en el karaoke? - cambié de tema.

- Ha salido bien. Aunque al final Cristel y Anahí se pasaron de copas, por lo que tuve que llevarlas a sus casas. El auto de Cristel se ha quedado en el estacionamiento del karaoke, mañana lo recogerá.

- ¿Tú has bebido?

- Estoy completamente sobria, no te preocupes.

Le sonreí.

- ¿Estás sola? - acarició mi mejilla.

- No, mi madre se ha quedado a dormir.

- Entonces lo mejor será irme... - se alejó de la puerta retrocediendo unos pasos.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora