CAPÍTULO XII

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No conocía la dirección de la cafetería que me había mandado Cristel por mensaje. Solo sabía que la zona donde se ubicaba no era céntrica y que según google maps quedaba a treinta y cuatro minutos del departamento de Rodrigo.
Casi una hora después, el taxi aparcó frente a mi lugar de destino. Aprecié el parque que se encontraba al otro lado de la calle, era precioso. Árboles verdes grandes, jardines de flores coloridas por doquier, césped y asientos en buen estado e incluso un amplio área de juego, era un espacio natural bastante completo, uno de los mejores que conocía hasta ahora.
Dejé de contemplar el parque e ingresé a la cafetería. Busqué la característica cabellera de Cristel entre los presentes, ninguno tenía mechones rosados. ¿Había llegado temprano? Miré la hora en mi celular, llevaba ocho minutos de retraso. Volví a pasear mis ojos por cada persona, efectivamente no estaba. Pero otra persona sí. Ese rostro ovalado lo reconocería donde sea.

¿Qué hacía Danna Zender en la misma cafetería?

Dudé en acercarme hasta ella, pensando en la probabilidad de que estuviera esperando a alguien más. Lo que menos quería era incomodarla.

Salí de la cafetería y llamé a Cristel. La llamada me mandó al buzón. Volví a ingresar al establecimiento en el preciso instante en el que sus ojos observaron la entrada. Me había visto, tenía que acercarme.

- Hola, no sabía que también estabas aquí - le mentí, esperando que me creyera.

La expresión neutra de su rostro me hizo entender que había fallado.

- Hace minutos te vi salir de la cafetería después de verme.

- Okey - respondí - no quería acercarme porque pensé que esperabas a alguien más y no pretendía interrumpir.

- Siéntate - no dude ni un segundo en hacerle caso -¿Qué haces aquí? - movió su taza de café vacía hacia un lado - tengo entendido que no vives por esta zona.

- Cristel me ha invitado a esta cafetería para conversar, pero aún no llega.

Danna frunció el ceño.

- ¿Cristel? - repitió

Agarró su celular que reposaba en la mesa y comenzó a teclear en la pantalla.

- A mí también me invitó Cristel - vi la pantalla, estaba llamándola.

¿Por qué nos había invitado a las dos?

- Yo la llamé hace rato, pero no contestó - le avisé mientras me recostaba en el respaldo de la silla.

La operadora le mandó automáticamente al buzón.

- Vamos afuera - sacó un billete de su bolso y lo dejó al lado de la taza de café.

Salí de la cafetería tras sus pasos. Su auto estaba estacionado a unos metros. Danna abrió la puerta del copiloto e hizo una seña para que subiera.

- Es claro que Cristel no va a venir - habló tras abrocharse el cinturón de seguridad - ¿Dónde quieres que te deje?

- ¿Por qué crees que no va a venir? Quizás ha tenido un percance - me giré en el asiento para verla mejor.

- Ya pasaron veinte minutos y si no contesta el celular es porque algo ha tramado con esta invitación, luego hablaré con ella  - sentenció clavándome su impactante mirada - ¿Dónde quieres que te deje?

La repetición de su pregunta me descolocó. Era evidente que se quería deshacer de mí cuanto antes.

- ¿Tan rápido desea que me vaya? - me atreví a confrontarla.

Ella se hizo la desentendida.

- ¿Qué dices?

- Bueno, pienso que si ya estamos aquí, podemos aprovechar para hacer algo.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora