CAPÍTULO XV

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El dolor incrementaba en mi cabeza cada vez que Sara se inclinaba en el pupitre a anotar un tema más para repasar. Después de cuatro años en la universidad, aún no lograba sobrellevar apaciblemente la semana de exámenes parciales sin que se alteren mis niveles de estrés y ansiedad.

Me puse de pie y agarré mi bolso.

- Voy a salir a fumar un rato, ¿quieres acompañarme?

Sara dejó de escribir y alzó la mirada para verme.

- Vamos, también necesito un descanso.

Llegamos a un espacio poco frecuentado del campus y nos sentamos en el césped. Saqué un cigarro y le entregué la cajetilla.

- ¿Hablaste con Rodrigo?

Exhale el humo por la boca pensando en la respuesta a su pregunta. Sara estaba enterada de lo que había sucedido hace días con la profesora Zender, por tanto, entendía el enredo mental que traía encima.

- Aún no regresa, volverá mañana en la noche, cuando lo vea hablaré con él.

La noche que planeaba hablar con Rodrigo se vio interrumpida por un viaje de última hora que tenía que hacer a otra ciudad por trabajo. Solo me quedaba esperar a que vuelva.

- ¿Sigues firme en tu decisión? - le dio una calada a su cigarro.

- Si - respondí segura - lo más sensato que puedo hacer es dejar a Rodrigo, no le quiero seguir mintiendo.

- ¿Y qué pasará con la profesora Zender?

- ¿Ya no la llamarás innombrable?

Una risa escapó de sus labios.

- Bueno, sé que te gusta, por eso ahora me refiero a ella con respeto.

Le sonreí sinceramente, sabía cuánto le costaba decir eso.

- No sé qué pasará con la profesora Zender... - confesé tras fumar en silencio unos minutos - supongo que la situación seguirá igual que siempre. Cada una donde corresponde.

- Debes intentar hablar con ella. Por lo que me has contado, dejó en claro que tú también le gustas, Irina.

- ¿Crees que no he intentado acercarme? - resoplé frustrada de solo recordar la cantidad de veces que he pretendido acercarme a ella durante la semana sin éxito alguno - cada vez que me ve huye como si yo fuera un fantasma, y cuando he logrado que no me evite solo se limita a decir que está ocupada, que no tiene tiempo para dar explicaciones a hechos no correspondientes a su asignatura.

Sara envolvió la colilla de su cigarro en un trozo de papel.

- La situación es complicada, Irina. Quieras o no, la realidad es que ahora son profesora y alumna, así que, ten paciencia. Este es nuestro último año en la universidad, quién sabe y en un futuro surja algo más. Si en verdad es amor, sucederá.

Enganché mi brazo con el suyo y apoyé mi cabeza en su hombro. A veces olvidaba que Sara decía las palabras precisas en el momento adecuado.

***

Era una noche ajetreada. Para ser día martes, hoy el restobar tenía un buen número de clientes. Me senté un momento al lado de Laura, la joven rubia que se encargaba de registrar los pagos de consumo que hacían los comensales; mientras esperaba que salieran los platos de comida de mi mesa.

- Te ves cansada.

Miré a Laura. Me sorprendió un poco que me hablara, usualmente era yo quien le sacaba tema de conversación, pues ella era tímida.

DESDE QUE LA VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora