2. Cómo empezó todo.

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2030.
Mi día favorito, 23 de febrero, mi cumpleaños.

Obviamente, me levanté temprano, más que de costumbre, sólo para poder coger el mompom, el invento de mi madre. Ningún mensaje.

No sé por qué le puso ese nombre tan estúpido para una cosa que tan sólo era una pulsera y al encenderla tenías la pantalla del móvil como un holograma y el teclado con el que escribías estaba en el aire.

Era un día precioso, ninguna nube, un sol brillante para estar en Mississippi.

Me vestí con la ropa más especial posible, para ver si cierta persona se acordaba de mi cumpleaños. Bajé las escaleras esperanzado y mi madre me miró confusa.

- ¿Por qué estás despierto tan temprano? ¿Estás bien Harry?

Veo que no se ha acordado.

Uf, como odiaba el nombre, era muy antiguo para mí y además, no me gustaba nada.

-No estoy bien, sólo era para desayunar tranquilo.

Esa última parte la dije con ironía, lo que hizo que mi madre enarcara una ceja, a lo que respondí ya frustrado:

- ¿Es que no se te olvida nada?

-Eh no, llevo los paquetes, las reuniones, a tu padre le... -Lo dijo con tanta normalidad que exploté.

- ¡Es mi cumpleaños, joder! ¡Me pariste un veintitrés de febrero y es hoy!

-Ah, es por eso. -Lo dijo con una naturalidad que me sorprendió. -Tienes tu regalo en el garaje, tu padre lo trajo ayer.

Respira,  sabes que son despistados.

Una mierda despistados.

-No será un coche, ¿no? Porque tengo catorce años.

-Uy, creía que tenías ya los dieciocho. Bueno, le pediré a Ángela que te compre otra cosa.

Esa naturalidad, con esa voz que no le cambió en absoluto, como si no le importara nada. Cogí la mochila, me la colgué en el hombro y salí de casa de un portazo.

Ella, en cambio, ni se inmutó.

Menos mal que te dije que te calmaras.

Que te calles joder.

Por el camino, me encontré a mi mejor amiga, Joey que también odiaba su nombre. Yo la llamo Andy y ella a mí Tony.

-Hola enano. ¡Felicidades! Por tu cara veo que tus padres no te han felicitado.

Odio que me llame enano.

Y yo.

Pero es mi mejor amiga y era verdad, yo era mucho más pequeño que ella, aún no había dado el estirón.

- ¿El día que te alcance seguirás llamándome enano? Y no, no me han felicitado.

-Cuando te quede pequeña esa sudadera, me la regalas y puede que no te llame enano.

Llevaba una sudadera negra con un grafiti que hicimos juntos el verano pasado. Me llegaba casi por las rodillas pero me encantaba.

Andy vio que estaba triste, se puso detrás de mí y me dio un abrazo mientras decía:

-No te preocupes Tony, tus padres no te felicitan, son idiotas, pero eso a ti te tiene que dar igual, lo importante es que yo te felicite. -En ese momento me soltó y me giré, ella estaba sacando emocionada algo de la mochila. -Y que te dé tu regalo de cumpleaños en condiciones.

Andy me dio una caja pequeña cuadrada con la tapa de brillos metalizada. Cuando abrí la caja me encontré con una púa de plata en la que había grabado: "No todo es lo que parece"

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora