26. Emma

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Me di una ducha de agua fría mientras escuchaba música a todo volumen y las chicas pedían la comida para traerla a la habitación.

Mierda.

Siempre se me olvida algo cuando me ducho y esta vez era mi bóxer que estaban encima de mi cama.

Joder tío.

Me pasé la mano por las sienes y me envolví en la
toalla para cogerlos.

Salí de allí lo más rápido que pude y vi a Andy sentada en mi cama.

- ¿Me das mi bóxer porfa?

-Si claro. -Me dijo tirándomelos a la cara.

- ¿Siempre se te olvida algo?-Se asomó una
cabecita por encima de mi cama.

Me apreté la toalla aún más a la cintura y le dije:
- ¿Qué haces en el suelo?

-Andy me está peinando.

-Cuando acabéis me recogéis los pelos, que luego durmiendo me los trago.

-A lo mejor se nos olvida.-Contestó Andy.

-A lo mejor se me olvida daros vuestras toallas cuando os duchéis.

-Ni se te ocurra jugar con eso.

-Eso, que Andy y yo siempre las dejamos fuera para que no se pongan calientes.

- ¿Cómo mierda se van a calentar las toallas? Además, puede salir una de las dos y dársela a la otra.

-Es que, si no, no te molestamos enano.

Le di una sonrisa irónica y le saqué el dedo del medio.

Me metí de nuevo en el cuarto de baño y creó que volví a empezar a respirar de nuevo.

Qué vergüenza dios mío.

Me puse la ropa, menos la camiseta y salí del cuarto
de baño.

Comimos en silencio mientras veíamos otra peli de Fast & Furious y yo de vez en cuando miraba mi móvil de todos los mensajes que me enviaba mi jefe. Terminé bloqueándolo y tirándolo a la papelera y cogí el que las chicas me compraron.

El silencio me estaba torturando así que lo rompí.

-A ver, sabemos mi historia, la de Andy, pero no la de Emma. Cuéntanos, ¿cómo llegaste hasta estar rodeado de dos mejores amigos más locos que el propio mundo, dispuestos a robar y a lo mejor matar a los padres de uno de ellos?

Tanto Emma como Andy rieron y Emma se sentó
mejor en la cama de Andy y ella se levantó a preparar la ropa de las dos.
- ¿Qué? Me la sé de memoria.

-Y yo me sabía la tuya.

-No mientas, desconectase en el momento en el que nombré a tu madre.

-Haz lo que quieras. -Me limité a decir.

Miré a Emma y me dedicó una sonrisa y algo en sus pupilas me impedían ver qué le pasaba.

- ¿Te encuentras bien?

-Si, estoy bien. ¿Desde pequeña quieres que te
cuente verdad?

Asentí.

-A ver. -Comenzó jugueteando con sus manos y de vez en cuando mirando al techo. -Yo también tenía un mejor amigo, se llamaba Leonardo, pero yo le decía Leo. Nos lo pasábamos genial juntos, siempre hacíamos travesuras a nuestros padres y prácticamente vivíamos en casa del otro porque lo mejor era que éramos vecinos.
Un día estábamos haciendo mis magdalenas favoritas y leo se desmayó.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora