32. Regalos

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El resto del día de ayer, le conté a Andy y a Em lo que pasó con mi madre y le pedí que se fueran y me dejaran solo.

Ellas me hicieron caso y fueron a comprar los vestidos para la presentación.

Esta mañana me levanté perezoso y me di una ducha antes de ir al buffet y desayunar tranquilo.

Mientras comía con los auriculares, alguien me tocó
el hombro y se sentó en frente mía.

-Así que, estás aquí.

- ¿A caso me buscabas?

-No, quería ser amable.

-Tú no eres la Em amargada.-Dije apoyando los
codos en la mesa. - ¿Qué quieres?

-Es que tengo un regalo para ti, pero lo tienes que escoger.

Al ver mi cara, simplemente me dijo que la siguiera y sin duda que lo hice.

¿Desde cuándo tienen un regalo para ti y lo escoges
tú?

Caminamos unos quince minutos hasta llegar a una
tienda de música.

-Hay discos, auriculares, de todo lo que a ti te gusta. Sólo puedes escoger uno de todo lo que hay, es lo que me puedo permitir.

-Voy a tener que reñir a Andy por pagarte poco.

-No hace falta, es que todo lo que hay ahí es carísimo. Vamos entra, te espero fuera.-Me dijo dándome un empujón y un puñado de billetes.

Entré en la tienda y me quedé un poco alucinado.

Tenía dos plantas. En la planta de arriba, solo había instrumentos y se escuchaba muy bajo música clásica.

Sin embargo, abajo, estaba dedicada a accesorios para los instrumentos, auriculares, cascos, tocadiscos, discos y vinilos.

Sin dudarlo fui directamente allí. Tanto en mi vieja casa, como en la Nave y en nuestra habitación había tocadiscos, pero nunca pensé en utilizarlos, ¿por qué no ahora?

Era una zona apartada, aunque había gente, y  empecé a mirar hasta encontrar lo que buscaba:
El disco de vinilo de “this is what ____ feels like”

No me lo creo.

Llevaba buscándolo muchísimo tiempo, y los que
encontraban costaban demasiado y no podía permitírmelo.

Este también era caro, pero Em dijo que podía permitírselo, así que lo cogí y lo compré.

Cuando salí de la tienda, lo primero que hice fue abrazar a Emma y decirle un millón de veces gracias y ella sólo decía que no tenía importancia, pero para mí la tenía, mucha, de hecho.

-Ven, te voy a comprar yo algo.

-Andy va a poner pucheros.

-De eso no te preocupes, le compro pistachos y una pizza y ya está.

Emma no evitó reírse y la llevé dónde ella no esperaba.

Cuando llegamos me miró sorprendida y yo le asentí.

-Coge todos lo que quieras.-Dije entrando en la
librería.

-Es demasiado. -Dijo mirando a todos lados.

-Los que quieras. -Le dije empujándola a que cogiera.

Hora y media después de que Em se decidiera entre dos libros, tuvimos que pedir un taxi, porque estábamos ya a unos cuarenta y cinco minutos del hotel y Emma
había escogido muchos libros, unos quince y se contuvo.

Durante el camino escuchamos en mi móvil el disco que había comprado y miré uno de los libros que me llamó la atención. Trataba de un chico que su madre estaba enferma y todas las noches tenía pesadillas con su muerte. Un día se levantó por una pesadilla y había un monstruo, pero no era el de sus pesadillas o algo así.

Cuando leí muerte y madre me quedé en blanco.

Mierda.

Emma me sacó de mis pensamientos diciendo que
habíamos llegado ya al hotel.
Subimos arriba, y por primera vez, me pareció un silencio incómodo y Emma sólo miraba los libros con curiosidad. Cuando llegamos a la habitación solté todas las cosas, me cambié y me fui a correr.

El domingo no vi ni a las chicas, me fui a gimnasio,
luego a comer y luego de nuevo al gimnasio.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora